Hace 2 semanas ya que el sol no ilumina como antes, nuestro astro rey ya no es lo mismo. Su brillo bajo una tercera parte, el día no es claro como antes. Por el lado de la luna ahora es roja como la sangre y su brillo tampoco es el mismo. Las estrellas cayeron a la tierra destruyendo hogares, edificios, calles, incendiando bosques. Caían como el fruto de un árbol al suelo. Los mares adquirieron un color rojo sangre y los peces flotan en la superficie. La tierra hierve, el mar de igual forma. En algunas calles hay agujeros de donde sale un humo espeso y un fuerte olor a azufre. Para combatir el calor tenemos que recurrir al agua embotellada que se esta acabando, ya que el agua de nuestros ríos esta contaminada desde que esa estrella callo en nuestros manantiales y ríos. La gente ya no sale a la calle, Buenos Aires esta desierta y destruida. Lugares comunes que nosotros recorríamos en nuestra vida cotidiana ya no existen. Por ejemplo el obelisco el cual fue tragado por la tierra, ahora ya no se erige en medio de la 9 de julio. La cancha de Boca partida al medio derrumbada la parte sus palcos, ahí donde antes se congregaban casi cincuenta mil personas todos los domingos ahora yacen escombros, muerte y destrucción. Con respecto a nosotros, nos refugiamos en las iglesias, por lo menos los que tuvimos la suerte de sobrevivir a los ataques de los caballos con cabeza de león y cola de serpiente que expulsan fuego y azufre de sus bocas, montados por Ángeles con armaduras rojas, o los que sobrevivieron a las langostas con aguijón de escorpión o al toque de ese jinete en ese caballo de color verduzco y crines negros como el carbón. Esto no es solo aquí, es en todo el mundo según sabemos, según nos contó Parodi. En las cúpulas de las iglesias los Ángeles se posan y esperan, buscan hombres, observan. Las iglesias son seguras, salvo cuando los Ángeles irrumpen a buscar soldados. Solo los niños de alma pura pueden convertirse en Ángeles para sumarse a las tropas divinas que, esperemos, nos ayuden.
Yo por lo pronto les cuento que me llamo Miguel y estoy refugiado en la iglesia de la abadía hace ya 2 días. Estoy con 20 personas mas que eran del barrio , a algunos los conozco, como el ya nombrado Parodi, un radioaficionado amigo mío que conocí frecuentando una confitería de cerca de mi casa., o a Emilio , el chico de la librería, siempre nos quedábamos hablando de fútbol cuando iba a comprarle repuestos para los cuadernos, y a Julián , el encargado de mi departamento, hombre robusto de complexión física importante, trato de enfrentarse a uno de los Ángeles cuando se quisieron llevar a el hijo de Margarita, pero termino herido en uno de sus brazos. Ya hace 2 días que no salimos. Algunos duermen, otros rezan, otros se confiesan. La realidad es que nadie sabe que nos va a pasar. En estos 2 días sonaron 3 trompetas, cada vez que suena una algo terrible sucede. En la primera una ráfaga de fuego y sangre quemo todo el verde que existía, en la segunda murió el mar y con la tercera se envenenaron nuestras aguas.
Les voy a contar algo que paso el día de ayer. Yo estaba acostado en el suelo de la iglesia junto a Parodi quien dormía. Observaba a las madres con sus hijos, todas abrazadas a sus niños, ya habíamos vivido el desagradable episodio de el hijo de Margarita, que no pudo ser salvado a pesar de el esfuerzo de Julián. Recuerdo como el ángel bajo y cuando hablo su voz sonó como un trueno. Lo recuerdo a Julián tratando de alejarlo de Tomasito. Esfuerzo en vano. –Miguel…. ¿ que estas haciendo?- me dijo Parodi medio dormido- nada, miro a las madres, trato de imaginar lo que deben sentir al escuchar el aletear de los Ángeles.- Es terrible lo que paso, todo esto es algo monstruoso.- Parodi es un hombre extremadamente calmo, a veces me pone nervioso su extrema tranquilidad. Es un hombre alto, flaco, con un bigote canoso que oculta su labio superior, ojos pequeños y utiliza anteojos de armazón de metal. – Es terrible Parodi. Jamás pensé que viviríamos algo así.- al decir esas palabras parecían escasas para describir todo lo que pasa, realmente me detuve a pensarlo, y creo que llegue a la conclusión que no se inventaron palabras para plasmar las sensaciones que tenemos. Palabras como desconcierto, sorpresa, dolor, tristeza, miedo, desesperanza, quedan infinitamente pequeñas ante la inmensidad de nuestras emociones.
Mis cavilaciones fueron abruptamente interrumpidas por el alarido de una madre que gritaba –“¡¡ahí escuche a otro!! ¡Ahí viene otra vez otro ángel, hagan algo!”-. Nadie podía hacer nada, la sombra del ángel se dibujo fugazmente a través de uno de los vitraux de la iglesia. Se escucho su aletear detrás de la pesada puerta de la iglesia. La abrió. Ingreso. Jamás había visto un ángel son uno seres increíbles, parecen mujer y hombre, tienen cabellos plateados y brillantes, sus rostros brillan como el sol, tienen túnicas blancas y portan una espada larga y afilada, sus ojos son blancos y tienen una llama de fuego como iris. Son perfectos. Inmaculados. Tenebrosamente fríos y duros. El ángel cerro sus magnificas alas y dijo con su voz de trueno- Vengo a buscar al próximo puro de alma. El niño tiene el sello del señor en la frente-. Aquí venia lo peor, las madres desesperadas buscaban en las frentes de sus niños ese dibujo, esa estrella. Julia estallo en un grito, Nico lo tenía. El niño lloro con su madre, el ángel pronuncio- deja al niño mujer pues debe servir al ejercito celestial-¡! ¡No!! Es mi hijo, es mi sangre, es mi alma- grito histérica y en medio de un llanto desconsolado. Julia tomo a Nicolás y corrió por detrás del atrio hacia la salida trasera de la iglesia, el ángel desplegó sus alas, las batió con fuerza, y salio con un grito que lleno la iglesia haciéndola temblar. Yo solo atine a seguir a Julia, que hasta ese momento para mi era una desconocida.
Salí de la iglesia. El panorama fuera era desolador, el cielo estaba negro, sin estrellas, muy poca luz. En el firmamento había una figura, parecía un ángel infinito, con el rostro como el sol y pies plateados. Miraba hacia la tierra y de su boca salía una espada gigante. No había sonido alguno. Todo era silencio. No veía a Julia y a su hijo. Mire hacia arriba y vi a los Ángeles posados en la cúpula. Escuche un llanto lejano. Venia de la casa del padre. La puerta estaba entreabierta. Entre a la casa y dentro no había nada, solo los muebles tumbados y ropa por todos lados. La puerta de la cocina estaba cerrada y desde ahí dentro venia el sollozo. Los ví a los dos contra un rincón de la cocina. Abrazados, llorando.-Señora, vamos a la iglesia, ahí vamos a estar mas seguros acá solos estamos desprotegidos- le dije, quizás sin estar seguro de lo que decía- ¡No! Ahí va a volver a buscarnos y se va a llevar a Nico, ¿Por qué tiene que ir el a esa guerra que no es nuestra?- tenia algo de razón, estábamos metidos en el medio de una disputa divina y nosotros la sufríamos. Me senté a su lado, le pregunte su nombre me contó que se llamaba Julia.-Julia entiendo lo que decís, pero tratemos de volver quizás todos juntos podemos evitar que se lleven a Nicolás- ¿Y lo mismo no dijeron del hijo de margarita? Y se lo llevaron de todas formas- Julia tenia razón, yo de todas formas quería que vuelva , tenia la sensación de que quizás la podríamos cuidar todos juntos.- No voy a dejar que se lleven a mi hijo, que me maten a mi, pero no voy a dejar que el muera por una guerra que no nos pertenece, la cual nos están imponiendo, bastante sufrimos todo lo que paso y encima se llevan a nuestros hijos, Dios quizás no sea tan justo- la duda de Julia tenia fundamento, todo lo que nos estaba pasando, quizás no era tan justo o quizás si, si vemos todo lo que hicimos en estos años de vida como humanidad, degradándonos cada vez mas e ignorando la vida. Quizás esta era una forma de Dios de corregirnos, sin embargo seguimos con nuestros mismos egoísmos y odios estúpidos. Tal es así que hay gente que mataba a otros en las calles para poder conseguir alimento y agua cuando los campos se quemaron y las aguas fueron contaminadas. Gente que robaba los supermercados y gente que empujaba a otros fuera de las iglesias dejándolos a merced de los monstruos que poblaron la tierra, quizás nunca aprendamos, quizás nuestra era se termine a causa nuestra, de nuestro poco respeto por la vida y los demás. De todas formas Julia y su dolor tenían una razón, nadie quiere perder a su hijo a su sangre por algo que es tan injusto y estupido como una guerra. Una guerra que encima era algo inevitable.
Abrace a Julia, ella apoyo su cabeza en mi hombro y se quebró en llanto otra vez. Nico estaba sentado y de repente se incorporo, el niño de apenas 6 años, camino torpemente hasta el umbral de la cocina desde donde se veía una luz muy fuerte. Julia no lo vio, yo tampoco hasta que levante la vista y no lo encontré en la cocina. -¿Nico?-pregunte con temor. Julia se levanto desesperada y corrió hacia el living de donde venia la luz. La seguí con la tristeza de saber lo que vería. Nico miraba azorado el brillo del ángel que se paraba frente suyo. Las alas del ángel se encogían detrás de su espalda, no entraban en el living de la pequeña casa.
- ¡NO! ¡Por favor no!- grito Julia entre llantos. Yo quede paralizado. Sabía el desenlace. Julia corrió desesperada se tiro a los pies del ángel y le rogó- No a mi hijo no, es solo un niño, no vivió su vida, no experimento el amor, no experimento la amistad, el llanto, el dolor, no experimento la sensación de independencia, de responsabilidad, no merece terminar su vida por algo de lo que el es ajeno, el no tiene pecados, no tiene maldad, ¿por que tiene que morir por la gente que esta sucia en su conciencia? ¿Por que un inocente tiene que morir para liberar a los culpables de todo esto? – El ángel la miro, en sus ojos vacíos pareció asomarse algo de piedad- debe ser así, el es lo único puro en este mundo lleno de odio y maldad. Lo puro va a salvar al mundo-. El ángel inmutable por el llanto de Julia, alzo su espada, la madre grito con todas sus fuerzas y se puso delante de su hijo. Nico seguía mirando el brillo del ángel el cual atravesó con su espada filosa a su madre y a el en el corazón , Julia grito de dolor , Julia lloro, su corazón estaba siendo atravesado por el metal de la espada templada en el cielo, Nicolás solo sonrió, su cuerpo se convirtió en luz, una luz brillante como mil soles que me cegó por un segundo, y de esa luz nació otro ángel idéntico al que atravesaba el corazón de su madre que lloraba de dolor y desconsuelo, yo solo podía mirar y solo pretender entender el dolor…..
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