Otro día en el Hipódromo Argentino de Palermo. Montalbán, peón dedicado a su trabajo, llegaba temprano ese día. Entro se dirigió a los box en la villa hípica y comenzó su labor de todos los días. A su cuidado había varios pura sangre, hermosos ejemplares. Algunos fondistas, entre los que se encontraban: General, Cuatro dedos, Cipayo y Red Top, y otros “sprinters” como Ibero, Mountdrago y el Vasco. Montalbán tenia un trabajo sencillo pero que realizaba con gran placer; hombre nacido en San Miguel del Norte su padre era peón en La Asunción gran criadora de pura sangre; así que Montalbán había crecido entre equinos y se había enamorado de esos animales tan maravillosos. Ahora “Jorgito”, como le decía su padre el finado Don Amador, estaba en su lugar soñado, nada más y nada menos que la villa hípica del Hipódromo Argentino de Palermo.
Montalbán entro a su casilla dejo sus cosas en el perchero y previa ronda de mate con los otros peones se acometió a su labor. Debía vendarles las patas a los caballos, bañarlos, ponerle la pescuezera, la manta, el mandil y llevarlos a su entrenamiento matinal. Jorgito tenia una relación muy cercana con sus caballos, los trataba como amigos y varias veces, en su largo tiempo en el hipódromo, tuvo que lamentar el sacrificio de alguno de ellos cosa de la cual le costo muchísimo recuperarse al punto de pedir licencia. Montalbán era todo un amante de los caballos además de un hombre muy sensible a pesar de poseer una apariencia física que parecía mostrar lo contrario. Montalbán, hombre de campo, era alto, grandote, de espaldas anchas y piel trigueña curtida por el sol y el aire del campo. Un hombre sencillo y de buen corazón. Todos en el hipódromo lo querían.
Jorgito tomo al General y lo llevo a su entrenamiento, mientras salía del stud dirigiéndose al vareo lo intercepto Dupont, uno de los criadores era un hombre grande de cara redonda y siempre con un tinte rojizo (el cual Montalbán atribuye a la afición por el buen vino y la ginebra de Dupont) - ¡Buen día Montalbán! ¿Como le va?-dijo con una sonrisa de oreja a oreja- Buen día Dupont ¿Cómo le va?- Bien, mire le aviso que hoy estamos trayendo un potrillo nuevo, cuando termine con el General vengase para el stud que se lo presento- Montalbán se sonrió, siempre le alegraba conocer a un “amigo” nuevo- como no señor ahora lo dejo a este chanta y me voy para allá-. Dupont respondió con la cabeza y se dirigió a los studs, Montalbán apuro el paso con General para llegar rápido a conocer al nuevo, el General dio un resoplido que hizo reír Montalbán- ¡No se ponga celoso General!! Usted sabe que lo quiero- dijo el peón.
Ya devuelta en los studs Montalbán conoció a Solazo el nuevo integrante. Era un pura sangre castaño con crines negros y cola larga sedosa y negra, 1,63 de alzada piernas fuertes y musculosas cuerpo perfecto y ojos grandes y negros, un animal hermoso un “sprinter” puro.-Que lindo que es señor Dupont!- dijo Montalbán con asombro.- precioso jorgito, este es hijo de Cipol y Maria Che, la pobre yegua murió en el parto, fue raro , pero es un ejemplar hermoso, vas a tener que cuidarlo mucho eh!- por eso no se preocupe Dupont sabe que esta en buenas manos…. ¿Como se llama??- le pusimos Solazo- ¡lindo nombre patrón!
así comenzó una larga relación entre dos amigos. Solazo y Montalbán se llevaban a la perfección. El equino gozaba de una salud envidiable, un físico privilegiado e higiene total. Montalbán se estaba ocupando bien de el, tan bien, que a veces los demás quedaban en segundo plano. El pequeño todavía no había debutado en las carreras en unas semanas tendría sus primeras pruebas y Montalbán sufría como un padre. El jockey al que estaría destinado Solazo era Ricardo Masantonio (campeón del Carlos Pellegrini en el 54 por este antecedente Montalbán estaba mas tranquilo).
El jockey se monto, palmeo el costado de Solazo y le dijo a Montalbán – Que bonito es este guacho eh!- Montalbán asintió con la cabeza, estaba demasiado nervioso como para entrar en conversaciones, deseaba que su protegido se luzca como el sabia que podía hacerlo. Masantonio lo llevo al comienzo de la pista de los 1400 mts. Solazo bajo su cabeza, Masantonio lo volvió a palmear, lo entro a la gatera, estaba todo listo, se vería de que esta hecho Solazo. Como una flecha Solazo salio de la gatera y levanto la arena de la pista, la velocidad era increíble, Montalbán casi ni pudo verlo, Solazo parecía uno con el viento. Todos los peones estaban azorados, este era un campeón extraordinario. Montalbán lo llevo de vuelta al box para su aseo y su alimentación que consistía en 3 kilos de avena, 1/2 de cebada, 1/2 de maíz, una porción de pasto y un balde de agua con sales de potasio, “lo mejor para el mejor” pensaban Montalbán. El camino de la pista al box Montalbán lo recorrió con el pecho hinchado y una sonrisa de orgullo extremo, su pichoncito había dejado a todos con la boca abierta, sobretodo a “los 3 vasquitos” el grupo de peones de el criador de la contra el señor Lazaroni. Seguro esos tres atorrantes estarían envidiosos de su protegido, ellos jamás tuvieron un campeón así y Lazaroni no se quedaría atrás cuando se entere.
Así comenzó la excelente performance de Solazo, no había carrera que no ganara por más de dos cuerpos, era realmente asombroso y el orgullo de Montalbán crecía. Una tarde Montalbán estaba bañando a Solazo cuando con extrañeza observo algo nuevo en el animal. A Solazo se le había dibujado un lucero*. Montalbán trato de recordar si Solazo tenia eso cuando llego, su intento de recuerdo se vio cortado por la irrupción de Lazaroni en el box. Lazaroni era un hombre flaco alto, avejentado, con cabello repleto de canas y un bigote largo y espeso también canoso que le daba a su cara una apariencia de poco fiar. Este tenia una reputación bastante mala entre la gente del turf, se lo había acusado varias veces de usar estimulantes en sus caballos para mejorar sus performances, siempre de una forma u otra logro desestimar las acusaciones, era un hombre con varios amigos en diferentes partes del poder político. Lazaroni se dirigió a donde estaba Montalbán y acaricio el hocico de Solazo.- ¿que quiere don Lazaroni?- dijo Montalbán con un dejo de desprecio- nada amigo Montalbán, estoy viendo al campeonazo este. Es un fenómeno. ¿No andan pichicateandolo no?- ¿¡que anda diciendo Lazaroni?!- grito con furia Montalbán, si algo no le gustaba es que duden de su honestidad- no se ponga así mi amigo, era una broma- intento apaciguar Lazaroni- dígame ¿de donde lo sacaron a este? Por que la verdad esta dejando en ridículo a todos- será cuestión de los demás en entrenar mejor a sus caballos- dijo Montalbán sin mirar a Lazaroni. Este se dio media vuelta y salio del box.
Con el correr de las semanas Solazo siguió su carrera triunfal, al mismo tiempo Montalbán comenzó a descubrir que increíblemente a Solazo se le estaba descolorando la capa (pelaje) pasando del marrón oscuro al blanco. Sus crines y cola también estaban volviéndose blancos, parecía como si Solazo se estuviese convirtiendo en albino. Llamaron al veterinario para revisarlo a pesar de que el caballo no mostraba ningún signo de estar débil, por el contrario se lo veía mas muscular, mas brioso, parecía estar al máximo de su forma física. Dupont de todas formas estaba preocupado por el descoloramiento de su pelaje. -Le digo la verdad señor Dupont, este esta mejor que yo- dijo Fernando el veterinario de confianza de Dupont.-pero escúcheme Fernando, es raro que pierda el color así, jamás vi algo parecido en mis 15 años como criador- Si lo comprendo Dupont pero le aseguro que este caballo esta perfecto, tiene una salud envidiable y ni hablar de su estado físico-. Dupont desconcertado miro a Montalbán quien se encogió de hombros. Parecía que el veterinario estaba en lo correcto, Solazo no mostraba ningún signo de enfermedad.
Durante la semana Lazaroni rondaba el box y a Montalbán no le gustaba nada. También vio a alguno de “los tres vasquitos” dando vueltas y observando a Solazo en sus entrenamientos y en el box. Esos tres eran un grupo de chantas atorrantes, tres hermanos petisos rechonchos y con cara de malevos, siempre llevaban boina y camisas a cuadros. Montalbán intentaba alejarse lo más que podía.
Una tarde Montalbán estaba alimentando a Solazo, mientras el animal comía Montalbán le hablaba y lo acariciaba. De pronto, al pasar una de sus manos por el costado del lomo de Solazo, sintió una leve protuberancia. Montalbán se asusto, volvió sobre ella la toco y sintió que era dura como un hueso. Lo tenía en los dos costados. Alarmado el peón llamo al veterinario. – Mira jorgito de verdad no se que es esto puede que sea un quiste, pero es raro que sea tan duro, de todas formas Solazo esta perfecto.- así dio su diagnostico Fernando, el cual luego de un comentario sobre fútbol con Montalbán se alejo del box.
Llego la víspera de un día importante, mañana Solazo participaría con Masantonio del Carlos Pellegrini, lo que le faltaba para consagrarse al potro. Montalbán estaba ansioso. En la mañana de la víspera Montalbán compartía un mate con Bellonte, un peón amigo de el, que le dio un dato el cual alarmo a Jorgito. Con algo de preocupación Bellonte dijo- escúchame Jorgito, anda con cuidado por que anduve escuchando por ahí que Lazaroni tiene algo contra tu protegido Solazo, ¿por que no lo cuidas bastante hoy?, por que este no tiene escrúpulos, acordate que hace lo que sea para ganar-. Bellonte tenía razón. Montalbán asintió y hablo con Dupont para comentarle el chisme. Montalbán decidió pasar la noche con Solazo en el box, no quería que nada le pase. Montalbán se llevo un calentador Primus para el mate y alguna que otra revista, se sentó al lado de Solazo el cual se mostraba algo molesto, raro en el. Afuera era una noche estrellada y hermosa, Montalbán decidió ir a ver la pista y quedarse un ratito ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario