martes, 30 de junio de 2009

Traición a uno mismo

Supongo, muy en el aire, que alguien, al menos un alma de todas las que navegan la Internet, pasa alguna vez por este espacio. A esa persona me dirijo a ese pequeño granito de arena. Si, vos. Vos vas a ser el único testigo de esta traición. Traición de las peores que existe. Tengo que confesarlo con algo, y mi anonimato y tu anonimato se unen para hacer la confidencia de este testimonio aun más grande. Hoy me traicione a mi mismo. ¿ Como ?, te preguntaras. Simplemente escribiendo este post. Es mi deber sincerarme, y es que en uno de los posts de este blog comente que yo no iba a escribir mis experiencias personales, ni mis opiniones sobre los detalles de la vida. Pues bueno esto es nada más ni nada menos que esto. Quería comentarles que estoy trabajando en "El Rostro" y quizás aumente las publicaciones a dos por semana. Lo que me gustaría, con respecto a la "novela", es que me dejen sus opiniones en los comentarios. Quizás sugerencias, o mas o menos que les van pareciendo los capítulos.
Después quería contarles que empecé a leer un libro de cuentos de Woody Allen que se llama "Cuentos sin plumas". El libro es una recopilación de otros tres libros de Allen, y la verdad que los primeros cuentos que leí, son geniales. Desde las listas de lavandería de un filósofo apócrifo, las anécdotas del peluquero de Hitler hasta el biógrafo del Conde de Sándwich, Woddy Allen logro sacarme varias carcajadas hasta ahora. Se los recomiendo muchísimo, al igual que recomiendo el libro que termine de leer hace poco, "el día que Nietzche lloró" de Irwin D. Yalom. Confieso que tenía dudas sobre este titulo, lo creía como un libro de autoayuda, pero resultó una novela fascinante.
Con este ultimo comentario cierro esta terrible traición, que no se si voy a poder perdonarme.

Suyo, siempre suyo.... Alan Smithee

viernes, 26 de junio de 2009

El Rostro ( Capítulo II)

II

El silencio reinaba en el auto de Prada y Funes. Se dirigían rápidamente hacia la casa del jefe, quien los sorprendió con el pedido de verlos inmediatamente. Los dos estaban consternados por lo que había pasado en el departamento de Martini. Era extraño, pues por su trabajo los dos estaban endurecidos. Pero el repentino ataque de histeria de la chica y su abrupto final los dejó pensando. Prada mas que nada sentía que no había podido hacer nada y el no estaba acostumbrado a eso. Todo estaba bajo su control, excepto por ese pequeño momento. Funes tenia una extraña sensación, se sentía como si todo hubiese sido una alucinación. Pero a la vez sabía que había sido demasiado real. Ahora se dirigían velozmente a la casa del jefe. También estaban intrigados por saber a que venia la inesperada convocatoria. Al otro día deberían comenzar con la investigación. El cuerpo de las dos victimas ya estaban camino a la morgue judicial y mañana deberían hablar con el forense para que les de el informe. Detenidos en un semáforo Prada quiso romper el silencio:

- Che, que lastima que no pudimos hablar con el encargado con todo este desastre.

- Si, todo se embarulló y paso desapercibido. En la semana tendríamos que volver ¿no?

- Quédate tranquilo que si. Ahora me quede pensando en lo que dijo la chica antes de saltar.

- ¿Lo de que no tenia rostro?

- Si, cálculo que se refería a alguien. No se a quien- Prada estaba inseguro quería que su compañero lo ayudara. El tenia la fuerte sensación de que ahí hubo un tercero pero no quería quedar en vergüenza si todo esto resultaba ser un crimen pasional y el hubiese armado toda una teoría complicada. El siempre buscaba el apoyo de Funes. Confiaba mucho en el.

- Supongo que se refería al asesino. Se la veía totalmente desencajada. Esta bien que pasó por una situación horrible, por la forma en que mataron a Martini, la muerte fue extremadamente violenta. Ella no fué. De eso estoy casi seguro Prada.- Funes miró fijamente a su compañero. Era lo que Prada esperaba de el. Siempre estaban como en sintonía.

- ¿Pero el encargado pudo ser capaz de eso? ¿Lo viste en el hall de entrada cuando salimos?, daba lastima. No tiene la fuerza para hacerle ese corte a Martini. Además el tipo este, era bastante grandote. ¿Cuánto calculas?, ¿1,85?, el encargado a lo sumo llegaba al metro setenta.- Prada termino su frase y se dio cuenta que ya estaban frente a la hermosa casa del jefe en castelar. Apagó el motor del coche y se quedaron en el auto en silencio. Ver morir a una victima sin poder hacer nada para ellos había sido devastador. Sus mentes estaban revueltas. Al unísono, abrieron y cerraron las puertas del auto. El viejo dodge 1500 azul de Prada se sacudió. Los dos se encaminaron hacia la puerta. Bilbao abrió la misma antes de que pudieran tocar el timbre. Despeinado, a medio vestir y con cara de pocos amigos dijo – si despiertan a mi señora la aguantan ustedes después. Pasen en silencio por favor.- los dos acataron las ordenes al pie de la letra. Bilbao era un hombre joven, de unos 43 años, de gesto muy severo siempre. Los dos le tenían mucho respeto. Era un hombre que siempre se mostró muy capaz y que amaba su profesión.

- Bueno muchachos, se habrán extrañado por la urgencia con lo que los llame sin poder esperar a vernos en la oficina - dijo Bilbao mirándolos a los ojos. Los dos detectives se miraron y asintieron casi al unísono – Bueno parece que es gordo lo que pasó hoy en ese departamento. El tipo que encontraron muerto al parecer era un secretario de estado. Me parece que del ministerio ese de ciencia y tecnología. Puede que este metido algún tipo de chanchullo político en el medio. Por lo poco que pude averiguar del hombre este tiene varias causas iniciadas. Esta sospechado de quedarse con plata de un par de negociados, además de que esta acusado por acoso sexual a varias empleadas de su sector y parece que se metió con gente que no debía.- el jefe hizo silencio esperando que alguno de los dos diga algo. Prada y Funes solo lo miraron atentamente.- Entonces bueno muchachos, lo que les pido es discreción en la investigación que van a realizar. Todos los avances, escúchenme bien, TODOS los avances que obtengan, antes de hacer nada vienen a mi despacho, casa, casa de country o donde fuera que este, y me los comunican. Acá si escrachamos a alguien que no debemos nos jugamos, los puestos, las carreras y las vidas nosotros.- otro silencio, Prada y Funes mudos - ¿me están escuchando? Otra cosa, la chica que se tiró por la ventana, era la amante del tipo este. Tiene toda una doble vida, estaba casado tenia pibes. Así que con la chica también mucho cuidado, no hagamos que esta parte salga a la luz, va haber que dibujar el tema de alguna manera.- Prada reaccionó – Si con Funes ( miró a su compañero) creemos que la chica habló del asesino antes de tirarse por la ventana- Prada estaba inseguro, miraba a Funes seguía buscando ese apoyo.

- ¿Lo conocía? ¿Dio algún indicio de la identidad del tipo?- el jefe dividía su mirada en los dos detectives que no parecían estar con sus acostumbradas reacciones rápidas

- Mire jefe al parecer lo conocían, por que las cerraduras estaban intactas y no había signos de que buscaron algo en la casa ni nada. Lo que dijo la chica simplemente fue “no tenia rostro”, lo repitió como quince veces antes y mientras corría para tirarse- Funes ahora miro a Prada. El jefe quedo mirándolo fijo en silencio - ¿Y eso? ¿Qué quiere decir Funes?, no me dijiste nada, eso y nada es lo mismo. La mina te esta diciendo que no le vió la cara- tímidamente Prada intervino – si es algo desconcertante jefe pero es lo que dijo.- el jefe lo interrumpió abruptamente- Estaba en estado de shock Prada, previo a suicidarse- el detective tomo coraje – pero yo creo firmemente que esa es una pista fundamental de la descripción de el asesino jefe – la cara de Bilbao cambió, no le gusto nada lo que dijo- ¡Prada pavadas no! ¡Te acabo de decir que con esta investigación hay que tener cuidado y vos me salís con que lo que dijo una chica, totalmente desencajada por ser la única testigo de el salvaje asesinato de su amante, es una pieza clave de la investigación¡ Les voy a pedir a los dos que sean inteligentes, que se vayan ahora a dormir, que descansen ( por que me parece que no dormir los afecto bastante) y se tomen el día, el miércoles vuelven mas frescos y lucidos y se ponen a trabajar como se debe- Bilbao se incorporo del sillón y empezó a caminar hacia la puerta de entrada, como indicándoles el camino a los detectives. Prada y Funes no tenían que decir una palabra para saber lo que pensaba cada uno. Se fueron en silencio. Abrieron las puertas del auto y se sentaron al unísono. Prada encendió el motor miró a su compañero y dijo en tono tranquilo - ¿Te dejo en tu casa?- el otro quedo en silencio por unos segundos y luego contestó – no déjame en la morgue que tengo trabajo que hacer- Prada acelerando y sin mirarlo – que coincidencia yo voy para allá también, ¿vamos juntos?

jueves, 25 de junio de 2009

El ultimo trabajo de Rojo

“A Sergio Leone, Clint Eastwood, John Ford, John Wayne, Lee Van Cleef y Jack Palance, que nos mostraron que existen otro tipo de héroes” (A.S)

Solo una figura solitaria cortaba el monótono paisaje del desierto californiano. Rodeado por la nada, entre piedras filosas y secas, cactos y coyotes hambrientos, “Rojo”, quien había obtenido ese sobrenombre no solo por su cabellera y su barba rojas como el fuego sino también por su despiadada frialdad para sus trabajos, cruzaba el desierto camino a Chayanne, un pueblito perdido en California. Arrastrándose detrás de su caballo venia atado de una pierna el cuerpo de Morton el forajido que aterrorizo Mutiny por tanto tiempo. Fue un trabajo fácil, ese Morton era un bravucón imbecil. Bastaron dos disparos certeros uno al pecho otro al medio de los ojos. Uno de los trabajos más fáciles de Rojo. El cuerpo del forajido seria colgado en la plaza principal de Chayanne como para anunciarse, como para que vean los servicios que Rojo ofrecía. Ese tipo de publicidad siempre le dio buenos resultados. Harmónica, su fiel caballo de tantos años, cabalgaba despacio. Ya estaba viejo, alguna vez fue un hermoso caballo de crines rubias, ya había pasado el tiempo. Ahora estaba más flaco y se cansaba más rápido, pero seguía con sus bríos de siempre y no fallaba nunca. No solo había pasado el tiempo para el caballo, Rojo también tenia la carga del tiempo y los años sobre sus hombros, por eso entendía a su único amigo. Rojo siempre fue un hombre solitario, alto , flaco, de una complexión física envidiable, rozaba los 48 años y seguía teniendo un estado físico excelente, aunque a veces ya sentía molestias al correr o al trenzarse en alguna pelea. Su cara curtida por el sol y gobernada por la barba roja que le daba una fuerza especial a su rostro, mostraba el paso del tiempo. Estaba pensando en retirarse y volver a Lionta su pueblo natal, pero su arma plateada le pedía un trabajo más. La miraba, brillaba bajo el sol, ahí en el costado de su cintura en su cartuchera, parecía decirle “uno más rojo”. A eso iba, a su último trabajo.

Después de casi un día cabalgando desde Mutiny finalmente en el horizonte se dibuja Chayanne, se ve el perfil de las casuchas destruidas, viejas, era un pueblo mas pequeño que lo que imaginaba Rojo. Observo el cartel de bienvenida, que ya casi ni se leía, gobernado por el polvo y destruido por la erosión del viento. Se sintió observado por unos segundos, pero no vio a nadie alrededor. Siempre estaba alerta. Entró a lo que parecía la calle principal. No había nadie, apenas unos cuantos perros vagabundos. Parecía un pueblo fantasma. En el fondo, casi al final había un pozo de agua, y un edificio que parecía ser la comisaría. Esa debía ser la plaza del pueblo. Apretó sus espuelas contra los costados de Harmónica, este apuro el paso. Llegaron al pozo. Rojo bajo de su caballo, tomo de la pierna a Morton y lo colgó del cuello con la soga del pozo. Ató a Harmónica y decidió buscar algún bar, tenía sed.

Caminó por la calle vacía, miraba las ventanas de las casas, y nadie se asomaba. Vió el cartel de un Salón, al parecer era una posada. Podría tomar unos tragos y descansar un poco. Dentro de la posada reinaba una tristeza que parecía envolver todo. Solo cuatro personas en todo el bar, dos estaban borrachos inconscientes sobre la barra, el barman estaba sentado durmiendo y un hombre tomando en una mesa alejada contra un rincón solo. No había música, no había ni un ruido. Rojo dio un paso que retumbo contra una madera crujiente, lo que despertó al cantinero.

-¿En que puedo servirle?-dijo el hombre gordo y con un bigote canoso que le tapaba su labio superior

- Sírvame un trago cantinero y me gustaría rentarle una habitación por unos días, hace un día que viajó y me necesito descansar.

- Solo tenemos una. Es suya por 5 dólares al día- dijo el cantinero casi molesto por tener que servirle a Rojo

- La tomo cantinero- dijo Rojo mientras se sentaba en uno de los enclenques taburetes de la barra. El cantinero le sirvió su trago en un vaso mugriento, Rojo levanto el vaso en señal de brindis y tomo su trago, en ese momento el hombre solitario en la mesa alejada dijo- usted no debería andar colgando hombres muertos en las plazas de los pueblos, creo saber quien es usted, aquí lo llaman “La Parca Roja”, ¿a que viene a nuestro pueblo forastero?- Rojo lentamente se dio vuelta y clavo sus ojos en este hombre que parecía desafiante- Vengo a ofrecer mis servicios señor, el hombre en la plaza es mi publicidad.- Rojo pensaba cuando lo podrían haber visto si no había nadie en la calle cuando entró.- Veo que por este pueblo ni los forajidos se interesan, no los culpo, no parece haber mucho que saquear, hasta la comisaría esta abandonada, el comisario debe estar muerto- dijo Rojo mientras daba un trago a el wiskhy barato que le habian servido. El hombre de la mesa se incorporo, era flaco estaba casi desnutrido, pelado, y tenia sus ojos saltones. Se acerco hasta donde estaba Rojo y dijo con miedo- Nuestro comisario murió hace ya 1 año, lo asesino “el”-puso énfasis en “el”- ya hace 2 años que nadie sale de Chayanne vivo y ya casi nadie entra y los que lo hacen no salen. Varias diligencias que traían mercadería fueron encontradas en el medio del desierto con todos sus tripulantes muertos y toda la mercadería intacta, ya ahora ni siquiera se acercan. Estamos viviendo de lo último que tenemos, solo nos queda alcohol. Nuestro comisario Mortimer, intentó detenerlo y murió en el intento, era un hombre joven y valiente, si el no pudo nadie podría con “el”. Si busca ganar dinero aquí Rojo , esta equivocado, ya nadie ni si quiera sale de sus casas, muchos están muriendo de hambre y sed, ya ni el pozo tiene agua. Usted es el primer forastero que pisa Chayanne en 2 años.-. Rojo miró a este hombre, y vio en sus palabras su ultimo “gran” trabajo. Lo había encontrado. Pero a la vez sabia que mucho dinero no podría sacar de esta gente. -Qué interesante. Al menos se que no hay un comisario molesto. - Señor Rojo este pueblo esta fuera de la ley, es lo mas parecido al infierno sobre la tierra, ese hombre es una maldición- dijo el barman apesadumbrado.

- Le recomendaría que usted se prepare. Su suerte no va a ser diferenta a la nuestra. “Que impertinente” pensó Rojo por dentro, claro nunca nadie lo había tratado asi. Insultando su orgullo. Dándolo por muerto. – Y diganme señores, este bandido ¿esta viviendo aquí en el pueblo?

- No. Dicen que ronda por las afueras de aquí. Cerca de la entrada principal del pueblo.- Rojo inmediatamente recordó la extraña sensación de ser observado que tuvo al entrar a Cheyenne. No lo diría, podría ser visto como un signo de inseguridad.

- ¿Es un salvaje?- preguntó Rojo, el también había cazado varios de esos cuando mas joven. – No, no. Los que lo vieron dicen que es un forajido como cualquier otro- contesto el escualido. Rojo estaba meditando toda la situación. Es decir, para el era muy claro que esta era la oportunidad perfecta para su ultimo trabajo. Pero el sabia que dinero no iba a sacar de esto, y el necesitaba dinero para volver a su tierra natal, además (y quizás lo mas importante) una extraña sensación lo invadía. Un sentimiento ajeno a su personalidad. Rojo por primera vez en su vida estaba inseguro de algo. De la nada, el cantinero formulo la frase que, muy adentro suyo, Rojo no quería escuchar: - Quizá usted pueda encargarse de el. ¿Es su trabajo verdad?- ¿como contestar a esa pregunta?, era la primera vez que Rojo estaba dudando. Decidió no hacerlo – En este momento prefiero descansar cantinero. Vengo viajando hace muchos días. Ademas, ustedes no tienen un centavo para pagar mis servicios. ¿Cuál es mi habitación?- el cantinero se acodo en la barra, miró hacia la parte superior del salón y señalando contesto- Las habitaciones estan en la parte superior, escoja la que usted desee. Con respecto a lo del dinero, usted tiene razon. Pero al menos podemos darle el hospedaje y comida gratis-. La oferta era buena y justa. Rojo aun necesitaba dinero para volver a Lionta.- Necesito volver a mi pueblo natal, para retirarme alli y para eso necesito dinero para el tren- dijo Rojo convencido de que esta respuesta tiraria por la borda los planes de estos dos hombres. Rojo no podía creer que se este negando, pero su opresión en el pecho lo instaba a seguir negándose. – Muy bien, si eso es lo que quiere. Yo trabajo en la estación de trenes, puedo hacerlo subir en el tren de mañana por la tarde. No le cobrarían nada. Soy amigo de los guardas y de los maquinistas.- el hombre escuálido había logrado agravar el nerviosismo de Rojo. Finalmente estaba acorralado. ¡Le estaban dando todo lo que quería!. Una vez mas decidió esquivar la respuesta .- Deseo descansar, mañana podré contestarles.- sin dudarlo, Rojo comenzó a dirigirse hacia la habitación. Apesadumbrado por estas sensaciones subió cada escalón de madera y entró en la primer puerta que vio. Estaba demasiado preocupado para elegir.

Rojo observo la habitación oscura y deprimente, no había más que un catre una jarra con agua y una silla. Dejó su sombrero sobre la silla, sus botas y se acostó en el catre. Dormía siempre con su arma en su cartuchera, era un hombre muy buscado por las venganzas. Cerró sus ojos y durmió. Esa noche fue la primera vez que Rojo no pudo dormir antes de un trabajo. Tuvo un sueño bastante raro y angustioso. El en medio del fango, la lluvia le caía a cantaros sobre la cara y estaba manchado por el lodo, completamente sucio, negro, rayos caían a su lado, muy cerca, y no podía mover sus piernas pues estaban enteramente enterradas en el lodo. Luego un hombre vestido con un sobretodo largo, negro al que no podía verle el rostro, le apuntaba con un arma entre los ojos. Cuando la figura se levantaba el sombrero, revelaba ser el mismo. Rojo despertó con miedo , sensación nueva para el. Se sentó al borde de la cama, vio afuera y observó que estaba amaneciendo. Pensó “es el ultimo y vuelvo con Isabel”. Isabel, la única mujer que lo comprendía, la única que el amó en toda su vida.. Debía prepararse. Debía terminar lo más rápido posible.

Al otro día bajó al bar. El cantinero estaba limpiando los mugrientos vasos, levanto la mirada y pregunto con ironía - ¿Pudo pensar en lo que hablamos ayer?. Luce como si no hubiese dormido en toda la noche hombre. ¿Desea un trago? Va por la casa también-. A diferencia de ayer, Rojo ya estaba decidido – Muy bien cantinero, un trago viene bien antes de trabajar.- el cantinero sonrió y sirvió un liquido opaco en un pequeño vaso.

Luego del trago, Rojo se dirigió a buscar a su caballo. Sin decir una palabra buscó a Harmónica, lo montó y comenzó a cabalgar hacia las afueras del pueblo a buscar al objetivo. Un mundo de sensaciones colmaba una mente que en otros tiempos estaba vacía y fría. Transitaba la desolada calle principal, en el pozo de agua estaba el cuerpo de Morton mutilado, alguien le había cortado las piernas y los brazos “Si es un salvaje el bastardo”. Salió del pueblo y lo recibió sin reparo el abrasador sol del desierto. No había nadie en kilómetros. Solo él y Harmónica. Volvió a tener la sensación de estar siendo observado, como cuando entro en Chayanne. Sintió una voz fuerte, profunda, grave decir- Así que usted es la “ Parca Roja”.- Rojo se dio vuelta desesperadamente pues la voz venia por detrás, y lo vio a la lejanía a un hombre cabalgando muy despacio. Vestía un sobretodo negro, y un sombrero de ala ancha que no dejaba ver su rostro. Era extremadamente flaco y cabalgaba sobre un caballo negro prácticamente famélico

- Usted viene por mi ¿verdad?- se rió de manera irónica- ¿Cuanto le van a pagar?, en ese pueblo ya no hay nada. Supongo que usted lo hace por…¿”amor”? a su trabajo.¿Ya cuantos años lleva matando hombres por dinero señor Rojo?, ¿quince?...si quince… ¿verdad?. Todo un profesional.- Rojo lo miraba no le sacaba los ojos de encima, una mano en la rienda de Harmónica y con la otra buscando su arma sigilosamente. Tenia los ojos entrecerrados por el sol que le daba en la cara. De todas formas podía darle, jamás fallaba. Este hombre cabalgaba muy despacio, seria muy fácil.

- Sabe Rojo, nosotros dos nos parecemos, yo también llevo años matando hombres, muchísimos mas años que usted. Además lo hago gratis se podría decir. Jamás fallo cuando tengo un trabajo señor Rojo. ¿Y sabe que?, usted es el próximo trabajo. Si , ¡usted!. Parece que ya le llegó el momento. Ya es viejo. Ya no esta para seguir haciendo de héroe renegado.

- Usted es mi ultimo- dijo Rojo seguro de si mismo.

- Bien, entonces soy su retiro. Bueno, usted es el mío también. ¡JA! No, no, yo no me retirare jamás.-el hombre seguía acercándose muy despacio, ya estaba muy cerca, Rojo tomo su arma y le disparo al pecho. Dio en el blanco, una humareda de polvo salto de sus . El torso del hombre se inclino hacia atrás por el impacto, sin caerse del caballo y sosteniendo las riendas. Rojo sonrió para luego sorprenderse, el hombre se estaba incorporando lentamente.

- ¡Oiga! ¡Rojo! ¿¡Que hace?!- Rojo no podía creer lo que veía. Parecía estar completamente sano, y seguía acercándose, Harmónica relincho se paro en dos patas, el famélico caballo negro hizo lo mismo, resoplo sobre el hocico de Harmónica , este rebuzno, se tiro hacia atrás desplomándose sobre sus patas. El viejo Harmónica murió en el instante. Rojo rodó en el suelo y apoyando una rodilla en el suelo, rápidamente apunto nuevamente al hombre de negro. – Ya estaba viejo , era su hora también- dijo con intención de irritar a Rojo.

Rojo apretó los dientes, apuntando con furia a este extraño que le había quitado a su amigo, su único amigo.

-Yo soy las 100 almas que llevas en tus espaldas, pues yo estuve ahí-. Dijo mientras con su mano derecha tomaba el rostro de Rojo quien permanecía hincado en una rodilla. El extraño hombre se imponía con su gran altura delante de Rojo y lo cubría con su sombra lúgubre. Delante de sus ojos vio como el rostro de este hombre era como el de Morton, luego se convirtió en el viejo Egger , luego en Kipp, Cleef, Munny, Indio, Santa Cruz , Lorenzo, Luke, Tuco, Sam… Todos los rostros pasaron por delante de los ojos de Rojo, todos hasta su primer trabajo, el violador de Railroad , Knuckles Flagstone. Rojo sintió por primera vez en mucho tiempo una sensación extraña en el cuerpo, ¿miedo?. El hombre lo miraba y reía.

- Increíble, el viejo Rojo asustado. Quien lo diría. Bueno dicen que soy a lo único que los humanos verdaderamente temen.- Rojo comenzó a correr, tan rápido como podía , corría de vuelta a Cheyenne.

-No corra Rojo , es inútil-. Por más que corría con todas sus fuerzas, el hombre parecía estar a un paso detrás de el a pesar de caminar lentamente.

Llegó a la plaza de Cheyenne, en el pozo colgaba su cuerpo. Rojo gritó, tropezó y cayó desparramado al suelo. El hombre se le paró justo al lado - Este es su final Rojo, a todos nos llega, ahora usted va arrastrarse atado de una pierna detrás de mi caballo por todo el desierto. Debe asumirlo. Vamos hombre, ¿o se creía inmortal?- Rojo descargo las cinco balas restantes sobre el hombre que ni se movió. Solo polvo saltaba de los agujeros producidos por las balas - Rojo, esta claro que no sabe lo que hace.

-¡¿Quién es usted?¡

- Creo que ya lo sabe Rojo-. Una tormenta de arena los separo por unos segundos, la arena lleno los ojos y la boca reseca de Rojo, no lo dejaba ver ni respirar, tenia los labios cuarteados . El paso de la tormenta pareció borrar del paisaje a Cheyenne. Se encontraban en medio del desierto. El hombre miro con severidad a Rojo quien estaba de rodillas en la arena y dijo con su voz grave - Soy la muerte Rojo. Hasta a los hombres como usted me sufren….

martes, 23 de junio de 2009

Culpae, Caritatis, Odii

En la oscuridad de la cabaña Santos repasaba el plan. Era perfecto, era sutil, tan bien planeado, el mismo se asombraba de su capacidad para idear ese plan. Todo estaba listo, había conseguido que “Chato” le preste la cabaña (Chato es guarda parque en el Parque Nacional Lanin, y era gran amigo de Santos. Hacia 20 años que se conocían y no le iba a negar un favor). Ya la noche anterior había marcado el camino hacia el área precisa donde se llevaría acabo la ultima fase del plan. Costó bastante soportar la nevada y caminar por el bosque a oscuras con una simple linterna, pero valía la pena el esfuerzo, el sabia que Clara lo valía. No iba a dejar que ese abogado de poca monta se lleve así, tan fácil, a su amor secreto de tantos años. Sabia que lo que había planeado era algo que ni el imagino que llegaría a hacer, pero era tan grande su amor por Clara, su desesperación por tenerla, por verla escaparse de sus brazos. Clara le había dicho que se casaba con Montan y el todavía no lo creía. Pero si se dió cuenta que en ese momento su corazón se partió literalmente, casi lo destroza la depresión, casi lo consume, hasta que esta idea se apareció en su cabeza. En el revoloteo de todos esos pensamientos tristes, esta luz calló a todos los demás. Al principio lo medito, por que pensaba que era un acto de egoísmo y heriría a Clara, pero seguramente cuando ella se entere de sus sentimientos lo perdonaría y correría a sus brazos.

Todos dormían, menos el, que despierto repasaba uno a uno los pasos de su esquema. Sentado en una cómoda silla de mimbre, frente a la chimenea que quemaba con pasión los leños y las piñas que el juntó esta tarde mientras volvía a ver el lugar de la fase final. La misma pasión con la que amaba a Clara. Comprobó que la nieve este bien alta, ya había casi 30 cm. de nieve, pleno invierno en medio del parque. No hay nadie, pocos turistas, pocas excursiones, solo los araucarias serían testigos, Chato además le advirtió las zonas mas transitadas por sus colegas y el sector elegido por Santos era perfecto. Todo estaba listo. Santos debía dormir. Delante de el descansaba, sobre la mesa, la herramienta que llevaría a cabo con éxito su objetivo. El puñal reflejaba la luz del fuego sobre la cara de Santos, este lo tomó y cuidadosamente lo guardó en un paño y se lo llevó a su cuarto.

Santos se despertó antes que todos, preparó el desayuno y aprovechando la salida a buscar más leña, se adentró al bosque y dejó todo preparado en el sitio. Llevó una pala, las cuerdas y los guantes. Volvió a la cabaña y de lejos lo vió a Montan observando la naturaleza que lo rodeaba.

-¡Que tranquilidad Santos! , que diferente a lo que es Buenos Aires, esto realmente te relaja. La verdad que tu idea de este viaje fue genial, yo y Clara lo necesitábamos. En el estudio estamos tapados de trabajo….-dijo Montan en tono amistoso, Santos contesto con la falsedad que lo caracteriza - Esto realmente es un paraíso, siempre quise venir a vivir acá. Me alegro que estés a tu agrado. ¿Clara se levantó ya?

- Si si esta duchándose. Escúchame Santos ¿esta cabaña es de un amigo tuyo?

- Si el chato, amigo mío de la secundaria, es guarda parque acá, ellos viven en el parque en estas cabañas. Como el vive solo esta compartiendo la cabaña con otro colega.

– Increíble vivir acá solo, debe ser algo difícil…- un grito de clara pidiendo una toalla a Montan interrumpió la charla y aumento los celos de Santos. ¡Si fuera el quien le alcanzara la toalla a Clara!, se calmó pensando que pronto lo seria.

Esa misma tarde el plan de Santos comenzaría. Durante el almuerzo anunció su molestia en la garganta y su dolor abdominal. Cuando salieron a caminar acusó cansancio extremo y dolor de cabeza pidiendo volver a la cabaña. Ya para la tarde Santos estaba acostado en su cama con un paño frió en la cabeza para bajar la supuesta fiebre. Todo iba como el lo había planeado. Clara había ofrecido ir al pueblo para buscar medicamentos y Montan tendría que quedarse a cuidarlo.

- No se preocupe Santos, queda en buenas manos. Mientras esperamos a Clarita ¿por que no jugamos al truco? ¿Tiene cartas?

-Si pero realmente no tengo muchas ganas.- Santos no tenia ganas de verlo a Montan, no podía verlo a la cara. Este supuesto enemigo suyo se comportaba como un amigo y apenas se conocían. La culpa parecía asomarse en el alma de Santos pero al aparecer la imagen de Clara en sus brazos la calmó.

Montan permaneció sentado junto al lecho de Santos contando parte de su vida. Comentó su infancia en el barrio de Caballito, sus amigos del Mariano Moreno (instituto donde Montan hizo tanto la primaria como la secundaria) y su intento fallido en la incursión de las artes plásticas según dijo el “simplemente no era para mi , pero me di cuenta muy tarde “. A Santos, Montan le parecía un hombre de buena fe, y que hasta (en otras circunstancias) serian muy buenos amigos, pero, actualmente la realidad se lo presentaba como un enemigo.

Santos recordó la siguiente fase de su plan y recordó la frase fríamente premeditada:

– Montan se esta acabando la leña que junté a la mañana, sería bueno que usted saliera a buscar un poco más, sino para cuando Clara llegue no vamos a tener y va a estar muy oscuro afuera.- Montan miro por la ventana y vio que estaba oscureciendo lo que acelero su respuesta afirmativa. Se vistió, se puso su campera y con un saludo amistoso (que reflotó la culpa de Santos) se dispuso a buscar la leña.

Santos saltó de la cama, se puso la ropa y salió, con el puñal en la mano derecha, por la ventana trasera de la cabaña. Rodeó la misma y vio a Montan de espaldas caminando por el sendero que llegaba hasta la cabaña. Montan era un hombre alto, robusto, de espaldas anchas, no sería fácil de reducir, el ataque debía ser totalmente sorpresivo y certero. Todo debía salir tal y como Santos lo había planeado.

Se escurrió entre las ramas de los árboles caídos, casi entre las hojas en el suelo. Debajo de la nieve Santos se arrastraba a paralelamente a su presa. Lo miraba y recordaba su objetivo para quitar los titubeos de su cabeza. Empuñaba el puñal con mas fuerza en su mano derecha y esperaba el momento adecuando, el momento en que Montan este totalmente ciego a cualquier peligro. Montan juntaba leños y de paso admiraba la belleza de los araucarias que lo rodeaban, los mismos árboles que serian testigos silenciosos de su final.

Como un gato montés Santos saltó sobre las espaldas de Montan y clavó su puñal en el costado del robusto hombre, que peleó ferozmente por liberarse de su asesino. Montan gemía de dolor y Santos retorcía el puñal. Montan luchaba por ver a su agresor, trataba de quitárselo de encima, gritaba, pero en el silencio del bosque nadie lo escucharía. Finalmente, a causa de la lucha y de la sangre perdida, Montan cayó rendido mareado pero conciente, sin embargo a merced del asesino. Santos vio los ojos de Montan cuando lo reconoció, el moribundo sorprendido trato de decir algo pero Santos lo degolló para terminar su trabajo. El objetivo estaba cumplido y el sabía que había actuado con total frialdad, parecía un profesional. Tomó el cuerpo por debajo de los brazos y lo arrastro hasta el lugar indicado donde lo esperaba la pala y las sogas junto con los guantes. Santos comenzó a cavar. Debía apurarse si quería que el plan resultara a la perfección. Bajó el cuerpo con ayuda de las cuerdas hasta la profundidad del foso que el mismo había cavado noches anteriores. Una vez terminada la fase final Santos tapo el foso y cubrió el cuerpo con nieve y barro, el frió conservaría el cuerpo y seria casi imposible encontrarlo. Satisfecho con su accionar tapó y aplano la nieve en la superficie y se retiró rápidamente para volver a la cabaña a esperar a Clara.

Como había planeado Santos unos minutos después que el volvió a la cabaña Clara volvía con los medicamentos. Santos actuando su dolencia y preocupación la esperaba en la puerta con cara de desconcierto- ¡Clara!! Montan salió hace una hora a buscar leña y todavía no ha regresado tengo miedo que se haya perdido, a estas horas el bosque es muy engañoso.- Santos actuó perfectamente esta frase que había practicado hace días, se maravillaba de su capacidad, al mismo tiempo veía como el rostro de Clara pasaba de la felicidad a la simple incertidumbre mezclada con tristeza. - ¿Como que se perdió?- exclamo Clara con un tono de desesperación, Santos sintió una quemazón en su mano derecha, no le dio importancia y trató de calmar a Clara - Tranquila que ya le avise a Chato y el esta buscando a Montan y creeme, que como el, nadie conoce estos bosques. Clara no pareció calmarse, Santos de todas formas logro hacerla pasar a la cabaña alegando que estando ahí parados los dos no conseguirán nada.

Dentro de la cabaña los dos esperaban la aparición de Montan, o por lo menos Clara, Santos sabia que eso nunca ocurriría, aunque en algún punto estaba tan inmerso en su mentira que comenzó a creer que sería posible que vuelva sano y salvo.

Santos sentía un ardor cada vez mas fuerte en su mano derecha, a medida que pasaba el tiempo este se incrementaba. Sentía que el ardor subía por su brazo hasta el pecho, ya lo comenzaba a preocupar, pero cuando se iba a mirar la mano Clara exclamó- ¡Santos no aguanto más! Voy a buscar a Montan, ya van 2 horas y tu amigo ni apareció a dar explicaciones.- Santos no pudo atinar a decir nada, Clara había tomado su campera una linterna y salió al bosque. Santos no dudó y salió atrás de ella.

Clara corría desesperada y se interno en la profundidad de la oscuridad. Santos quemado por ese ardor en su brazo y pecho la persiguió pero confundido por el dolor y por la oscuridad se vio envuelto en los árboles que en esa altura para el parecían todos iguales. Una puntada aguda interrumpió su búsqueda en la oscuridad del bosque, miró su mano con la linterna y la vio completamente negra, parecía como si no tuviera circulación en su extremidad. Aterrado Santos siguió caminando para volver a la cabaña, pero terminó en el lugar donde había enterrado a Montan. Por la mejilla de Santos se escurría una lagrima, ese llanto era ocasionado por el dolor constante en su brazo derecho, ya no lo podía ni levantar. Iluminó la zona del foso y soltó la linterna impresionado por lo que vio. Justo donde había enterrado a Montan había una mancha negra. Santos se recompuso y se acometió a la tarea de tapar esa mancha delatora con otra nieve.

Mientras estaba arrodillado echando nieve sobre la mancha, la cual no parecía desaparecer sino escurrirse entre la nieve nueva para dejarse ver, escuchó unos pasos y la voz de Clara que decía – ¿Leandro?, ¿sos vos?, ¿estas bien?- Santos se paralizo, era Clara. “Preocupada por ese cretino” pensó Santos. Si Clara veía esa mancha negra todo sería descubierto (o por lo menos eso creía Santos). La cuidadosamente planeada estructura se vendría abajo. Su brazo derecho estaba inutilizado. El dolor era tan intenso que le nublaba la vista. Se dio vuelta y tratando de incorporarse dijo: -Clara soy yo Santos- Clara se abrió paso entre las ramas y alumbró a Santos con la linterna. Santos cerro los ojos cegado por la luz. Adolorido se tomaba el brazo derecho y quizás, confundido por su dolor, le pareció ver que Clara desviaba la vista hacia la mancha negra que supuraba por debajo de la nieve justo a su lado. Desesperado Santos vomitó la verdad – Clara trata de entenderme lo hice por nuestro amor. Tu me amas yo te amo a ti y era un despropósito que compartas tu vida con un hombre como Montan, nosotros debemos estar juntos-

Santos jamás vio la cara de Clara de esa forma, estaba totalmente sorprendida, acongojada, comenzó a llorar y a ponerse histérica -¡¡¿Qué hiciste Santos?!!!

-No me dejo otra opción Clara, ahora no lo comprendes bien pero con el tiempo lo comprenderás…- tuvo que dejar de hablar el dolor se intensifico. -¿Qué le hiciste a Leandro imbécil?!!- Santos sintió toda la furia de Clara, sentía su odio hacia el, odio ocasionado por ese Montan, jamás pensó que Clara lo odiaría.- Lo que hice lo hice por nuestro amor. Montan no era merecedor de tu alma ni tu corazón Clara.- ella rompió en llanto con un grito de furia - ¡¡Lo odio Santos!! ¡Aborrezco cada parte de usted, aborrezco todo lo que lo rodea, no puedo mirarlo a los ojos usted es un enfermo!!-.

Santos atónito escuchaba las palabras de odio y los insultos de Clara. La había perdido, contrario a lo que el había imaginado Clara no estaba corriendo a sus brazos, se alejaba, lo odiaba ahora. No soportaba verla así, Clara debía amarlo no odiarlo. Olvido el dolor que le quemaba el brazo derecho y se abalanzo sobre Clara. La chica intentó defenderse, cayeron al suelo, forcejearon, Santos golpeó con furia a Clara, la chica se trató de defender pero no pudo con el odio de Santos. Clara cayó bajo la lluvia de puñetazos y golpes de Santos, este tomo una piedra del suelo y la estrello contra Clara. Santos se levanto como pudo vio a su amada muerta. Comenzó a entender.

Dentro de él sabía lo que había hecho, no solo mató a dos personas si no que mató a la persona que mas amaba en el universo. Destruyó su amor, lo convirtió en odio. Desde que mató a Montan la culpa lo había manchado, la culpa se había apoderado de su alma. Santos comenzó a correr para escapar de la escena del crimen. Corriendo en la oscuridad Santos tropezó, cayó estrepitosamente al suelo y cuando quiso volver a levantarse un ardor le cruzo el cuerpo. Miró sus manos, estaban negras las dos, como pudriéndose. Sintió el ardor en todo su pecho se rasgo la ropa y vio lo mismo en su torso. Santos corrió desesperado, se estaba pudriendo, mejor dicho se estaba carcomiendo como si fuera de adentro hacia fuera. Corrió sin sentido. Se detuvo. Observo todo igual, no importa a donde corra siempre aparecía en el mismo lugar. Frente al cuerpo de Clara y al cuerpo enterrado de Montan. No pudo correr mas el ardor llego a sus piernas. Santos cayo al suelo de rodillas, buscó el cielo con sus ojos pero vio solo las ramas de los araucarias que le impedían ver las estrellas. Así arrodillado en medio del bosque, encerrado por esos testigos silenciosos, Santos lloró….

lunes, 22 de junio de 2009

Nouveau

Martini había pasado ya diez minutos observando la puerta de su nuevo departamento.
Emocionado, nervioso, pero extremadamente feliz, permanecía inmóvil frente a la puerta. Un mundo nuevo le esperaba del otro lado. Volvió en si, salió del transe en que estaba inmerso. Recordó en que bolsillo había dejado las llaves. Palpó el bolsillo derecho y se acometió a abrir la puerta. El simple movimiento de la hoja de madera brillosa significaba el comienzo de una nueva etapa en la vida de Martíni. “Todo tiene que ser perfecto esta vez” pensó al mirar dentro.
El aire de lo nuevo lo golpeó en la cara. La luz de las paredes blancas casi lo enceguece. El brillo de el piso perfectamente plastificado lo hipnotizo, y el color vivazmente rojo del sillón recién comprado le recordó al planeta Marte. Los muebles permanecían perfectamente lustrados, los vidrios en las ventanas se mostraban invisibles. Martíni respiró hondo.
Luego de escudriñar cada centímetro del departamento, Martini recordó que había dejado su pequeño bolso, con algunas mudas de ropa para sacarlo del paso hasta que termine la mudanza, en el hall. Se dirigió hacia el, se agachó a buscar el bolso y cuando volvió a entrar observó algo que lo privó de pisar el parqué nuevamente. Donde el había estado parado había quedado una huella negra de algo parecido al barro en medio de ese oasis de perfecto plastificado. Recordó la lluvia y culpó en voz alta a su hermana quien no le dejó comprar esa alfombrita de “bienvenidos” para limpiarse los pies antes de entrar. Con la intención de no seguir esparciendo mas manchas decidió sacarse los zapatos y dejarlos fuera.
Fue descalzo hasta la cocina pues recordó que en un armario había un par de escobillones y afines. Lo tomó apurado y rápidamente auxilió al piso sucio.
Al terminar su tarea sintió alivio. Quiso apoyar el escobillón contra una pared, pero cuando iba a dejar que el la punta del mango se encontrara contra la pared un pensamiento terrible lo detuvo: “Si lo apoyo contra la pared va a dejar una marca”. Decidió volver a la cocina y guardarlo en su lugar.
De vuelta en la puerta de entrada tomó el bolso y se dirigió a su habitación. Decorada a su gusto y “piaccere” gracias a su constante vigilancia sobre el decorador que le habían recomendado unos amigos. Allí en su habitación nueva, disfrutó de la madera suavemente lustrada, la colcha abrazando la cama, del suave paisaje generado por la esponjosa alfombra.
Martini quiso largar las llaves sobre la mesita de luz, artesanalmente creada por un ebanista muy recomendado. Había utilizado la más fina madera, a pedido de Martini claro. Cuando las llaves caían con rumbo directo a la mesa, una imagen de madera rayada cruzó la mente de Martini como un relámpago. Pudo ver los surcos en la hermosa madera como a través del mas complejo de los microscopios, observó inmóvil como el metal rasgaba salvajemente la fina y delicada piel de la mesa. El tiempo se detuvo y Martini atinó a atajar las llaves en el aire. Palpó sus bolsillos nerviosamente, hasta que dió con el que guardaba su pequeño pañuelo de tela. Lo colocó sobre la mesa y delicadamente dejó las llaves sobre el.
Cansado por el stress normal de una mudanza Martini se dispuso a desplomarse sobre la cama, pero su mente fue invadida por imágenes terribles. La mugre de sus ropas semi-húmedas por la lluvia invadiendo el inmaculado tejido blanco de su colcha nueva lo aterrorizaron. Decidió privarse del descanso e ir al baño a cambiarse de ropa. En el baño la inmutable perfección de cada azulejo correctamente colocado lo dejó atónito, la cortina del baño diáfana lo maravilló, y ese intrincado espejo antiguo, que le había regalado su padre, multiplicó su asombro infinitas veces. “Un buen baño caliente me ayudaría a relajarme” pensó. Prosiguió a quitarse las ropas. Estiró su brazo para tomar la canilla del agua caliente y las imágenes cayeron como el agua de la ducha, el vapor empañando el espejo, el agua abriéndose paso entre las juntas de los azulejos. Martini volvió a desistir. Lentamente se cambio la ropa y salio del baño.
Descalzo recorrió el resto de la casa. Llego al living y sus ojos no pudieron evitar posarse en el sillón rojo. Con almohadones gordos y acolchonados parecía llamarlo. Martini decidió descansar en el. Cuando estuvo a punto de posar su ser en el sillón varias imágenes fulminaron su mente con rapidez. Vió la tela del tapizado crujir, las fibras de algodón romperse, el relleno aplastarse bajo su cuerpo, lo estaba viviendo como desde adentro de los almohadones. La visión horrorizante lo paralizó. Nuevamente abandono su empresa. Sus cavilaciones con respecto al sillón se vieron interrumpidas por el estrepitoso sonido del portero eléctrico, “los de la mudanza” pensó.
La gente de la mudanza traía el televisor, la heladera , el lavarropas y unas cajas con libros. Corrió a la cocina donde estaba el portero eléctrico. El piso de cerámico le devolvió su imagen perfecta. Martíni le indicó a la gente de la mudanza que subieran por el ascensor de servicio. Abrió la puerta y los esperó. Escuchaba subir al ascensor pesadamente a través del hueco. El elevador se detuvo violentamente en el piso donde vivía Martini. Dentro del ascensor había un hombre desgarbado.
- ¿Donde lo dejo jefe?- dijo el hombre detrás del televisor.
– Déjelo que yo me ocupo.- dijo Martini y rápidamente preguntó preocupado- ¿Donde están los demás?-
-Están subiendo señor, tuvimos que usar los dos ascensores .
La cara de Martini se desfiguro. Las imágenes se sucedían velozmente, podía ver como el pesado lavarropas se apoyaba en el piso del hall, veía como el enorme artefacto marcaba para siempre la superficie, como las cajas polvorientas dispersaban partículas sucias por todo el hall. Corrió a la puerta principal, casi en el mismo instante que llegó los hombres se disponían a bajar del ascensor
-¡Dejen todo ahí!- grito desesperado
- No se preocupe que nosotros le entramos la cosas-
De nuevo lo atacaron las imágenes, vio la mugre acumulada debajo de la heladera como si fuera parte de ella. Sintió el calor del televisor encendido manchando la pared blanca, podía ver como la pintura se volvía negra milímetro a milímetro
- ¡No!- se detuvo un segundo y más calmo completó – Dejen todo ahí yo me encargo. Gracias- de su bolsillo izquierdo saco un puñado de billetes que dió a uno de los hombres. Solo quería que se vayan.
Una vez solo en la casa, Martini disfrutó del silencio. Disfrutó de cada una de las partes de la casa, así como estaban, vírgenes, inmaculadas. Todavía sin usar. No pudo evitar imaginarlas usadas, gastadas, golpeada por el paso del tiempo, maltratadas por los hábitos desagradables que el tenía, por el descuido que genera la costumbre.
Con aire de resignación camino hacia la habitación. Delicadamente tomó las llaves, se dirigió a la puerta del hall. Se paró entre las cajas, el lavarropas y la heladera, cerró la puerta y dejó que el oscuro hueco del ascensor se devore las llaves.

viernes, 19 de junio de 2009

El Rostro ( Capitulo I)

Bueno lo prometido es deuda y desde este viernes en adelante, voy a intentar publicar un capitulo nuevo de "El rostro" mi primer intento de novela. Espero lo disfruten y se enganchen.

Suyo, Siempre suyo..... Alan Smithee.


I

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Dicen que cuando los perros ladran es por que la muerte anda rondando. Esa noche su desesperado aviso fue ignorado y, al igual que el relámpago desgarro el cielo nocturno avisando de la tormenta, la fría hoja del cuchillo desgarro la carne tibia.

Prada y Funes ya estaban acostumbrados a la imagen de la muerte violenta, estaban acostumbrados a llegar tarde. No veían nada anormal en la escena. Para ellos era un día de trabajo. Sin embargo Prada sentía una leve molestia estomacal, algo lo estaba molestando, algo le estaba avisando que esa madrugada en Buenos Aires no iba a pasar desapercibida en su vida.

El detective Prada abrió su piloto y del bolsillo interior saco un paquete de antiácidos. Se puso uno en la boca, el sabor amargo se vio reflejado en su cara, pero valía la pena si aliviaba ese ardor que provenía de sus entrañas. La lluvia golpeaba ferozmente las persianas del departamento. Afuera la tormenta, dentro sus consecuencias. Una habitación desordenada, una cama desecha, un cuerpo tumbado de espaldas en el suelo con un corte horizontal en el torso que hacia saltar sus órganos hacia fuera. En una esquina perdida de la habitación una mujer encogida contra el ángulo de dos paredes. Desnuda, con sus manos rodeando sus piernas y su mirada perdida en algún lugar de su mente desencajada.

- ¿Se sabe algo de este hombre?- dijo Prada masticando el antiácido.

- Por ahora muy poco jefe, lo identificamos con el nombre de Iván Martini, tiene 45 años y por ahora nada mas.

- ¿Y la chica?- pregunto señalándola con la cabeza

- Nada, hay personal femenino intentando hacerla reaccionar pero esta ahí desde que llegamos hace una hora. No se quiere vestir, no quiere moverse de su lugar.

Funes recorría la habitación, miraba todo con detenimiento. No le gustaba hablar con los oficiales, quería que la escena le hable a el.

-Hey Funes, deja de dar vueltas y fíjate si podes hacer hablar a la chica esta.

-Es obvio que estos dos se pelearon y la piba perdió la cabeza- dijo el oficial Yun con una sonrisa perdida en los labios.

- ¿Te parece, mira lo flaquita que es, vos crees que con esos bracitos puede hacerle semejante tajo? Le abrió hasta el esternon pibe. Acá hubo alguien más.

- Pero las cerraduras no están forzadas, es mas tuvimos que tirar la puerta abajo por que estaba cerrada con llave con las llaves puestas en la cerradura y el encargado del edificio no podía abrir. El había escuchado los gritos de la chica y de el cuando pasó a buscar la basura…-

- ¿A que hora pasa a buscar la basura?-

- Dijo que se atrasó un poco por un caño que se había roto en uno de los departamentos y que pasó a eso de las once y media de la noche- contestó Yun.

- ¿Ósea que esto paso hace ya 3 horas?, ¿Cuando pensaba llamar a la policía?

- El dice que llamó al instante. En la comisaría dicen que el llamado se realizó a las doce y media.

- Mmmm. ¿Donde esta el encargado?- pregunto Prada mientras observaba a Funes que estaba en cuclillas al lado de la chica. Le molestaba la parsimonia de su compañero, pero hacia tanto que estaban juntos- ¿Y? ¿Le sacaste algo a la chica?

- Esta totalmente ida Prada, dame un tiempito mas- contestó Funes sin sacar la vista de la chica.

Prada volvió su mirada a Yun, hizo un gesto de impaciencia con los ojos, se rascó la nuca y le dijo- Trae al encargado Yun.

Justo en ese instante la chica rompió en un llanto profundo, desesperado, lleno de angustia y miedo. Se hecho encima de Funes y tomándolo de las solapas de su abrigo le grito en la cara: - ¡No tenia rostro!, ¡no tenia!, ¡No tenia! , ¡No tenia! , ¡No tenia!- mientras que lo repetía sacudía a Funes quien se zafó de ella empujándola, ella tirada en el suelo seguía gritando y repitiendo la frase. Prada corrió hacia la chica, la tomo por los hombros y trataba de calmarla. No había caso estaba histérica.

-Se ve que estallo en un shock emocional- dijo Funes acomodándose la ropa

- Si pero me parece que lo que esta diciendo es importante.- dijo forcejeando con la chica que no paraba de sacudir su cuerpo de manera epiléptica- Acá hubo alguien más, esto no fue un crimen pasional- la chica se soltó del agarre de Prada, se incorporo violentamente, y sin dejar de gritar, corrió frenéticamente hacia la única ventana que había abierta. Prada no la alcanzo, Funes quedó inmóvil, todos fueron tomados por sorpresa. Los perros volvían a ladrar, esta vez su anuncio llegaba tarde.

jueves, 18 de junio de 2009

La madre del niño soldado

Hace 2 semanas ya que el sol no ilumina como antes, nuestro astro rey ya no es lo mismo. Su brillo bajo una tercera parte, el día no es claro como antes. Por el lado de la luna ahora es roja como la sangre y su brillo tampoco es el mismo. Las estrellas cayeron a la tierra destruyendo hogares, edificios, calles, incendiando bosques. Caían como el fruto de un árbol al suelo. Los mares adquirieron un color rojo sangre y los peces flotan en la superficie. La tierra hierve, el mar de igual forma. En algunas calles hay agujeros de donde sale un humo espeso y un fuerte olor a azufre. Para combatir el calor tenemos que recurrir al agua embotellada que se esta acabando, ya que el agua de nuestros ríos esta contaminada desde que esa estrella callo en nuestros manantiales y ríos. La gente ya no sale a la calle, Buenos Aires esta desierta y destruida. Lugares comunes que nosotros recorríamos en nuestra vida cotidiana ya no existen. Por ejemplo el obelisco el cual fue tragado por la tierra, ahora ya no se erige en medio de la 9 de julio. La cancha de Boca partida al medio derrumbada la parte sus palcos, ahí donde antes se congregaban casi cincuenta mil personas todos los domingos ahora yacen escombros, muerte y destrucción. Con respecto a nosotros, nos refugiamos en las iglesias, por lo menos los que tuvimos la suerte de sobrevivir a los ataques de los caballos con cabeza de león y cola de serpiente que expulsan fuego y azufre de sus bocas, montados por Ángeles con armaduras rojas, o los que sobrevivieron a las langostas con aguijón de escorpión o al toque de ese jinete en ese caballo de color verduzco y crines negros como el carbón. Esto no es solo aquí, es en todo el mundo según sabemos, según nos contó Parodi. En las cúpulas de las iglesias los Ángeles se posan y esperan, buscan hombres, observan. Las iglesias son seguras, salvo cuando los Ángeles irrumpen a buscar soldados. Solo los niños de alma pura pueden convertirse en Ángeles para sumarse a las tropas divinas que, esperemos, nos ayuden.

Yo por lo pronto les cuento que me llamo Miguel y estoy refugiado en la iglesia de la abadía hace ya 2 días. Estoy con 20 personas mas que eran del barrio , a algunos los conozco, como el ya nombrado Parodi, un radioaficionado amigo mío que conocí frecuentando una confitería de cerca de mi casa., o a Emilio , el chico de la librería, siempre nos quedábamos hablando de fútbol cuando iba a comprarle repuestos para los cuadernos, y a Julián , el encargado de mi departamento, hombre robusto de complexión física importante, trato de enfrentarse a uno de los Ángeles cuando se quisieron llevar a el hijo de Margarita, pero termino herido en uno de sus brazos. Ya hace 2 días que no salimos. Algunos duermen, otros rezan, otros se confiesan. La realidad es que nadie sabe que nos va a pasar. En estos 2 días sonaron 3 trompetas, cada vez que suena una algo terrible sucede. En la primera una ráfaga de fuego y sangre quemo todo el verde que existía, en la segunda murió el mar y con la tercera se envenenaron nuestras aguas.

Les voy a contar algo que paso el día de ayer. Yo estaba acostado en el suelo de la iglesia junto a Parodi quien dormía. Observaba a las madres con sus hijos, todas abrazadas a sus niños, ya habíamos vivido el desagradable episodio de el hijo de Margarita, que no pudo ser salvado a pesar de el esfuerzo de Julián. Recuerdo como el ángel bajo y cuando hablo su voz sonó como un trueno. Lo recuerdo a Julián tratando de alejarlo de Tomasito. Esfuerzo en vano. –Miguel…. ¿ que estas haciendo?- me dijo Parodi medio dormido- nada, miro a las madres, trato de imaginar lo que deben sentir al escuchar el aletear de los Ángeles.- Es terrible lo que paso, todo esto es algo monstruoso.- Parodi es un hombre extremadamente calmo, a veces me pone nervioso su extrema tranquilidad. Es un hombre alto, flaco, con un bigote canoso que oculta su labio superior, ojos pequeños y utiliza anteojos de armazón de metal. – Es terrible Parodi. Jamás pensé que viviríamos algo así.- al decir esas palabras parecían escasas para describir todo lo que pasa, realmente me detuve a pensarlo, y creo que llegue a la conclusión que no se inventaron palabras para plasmar las sensaciones que tenemos. Palabras como desconcierto, sorpresa, dolor, tristeza, miedo, desesperanza, quedan infinitamente pequeñas ante la inmensidad de nuestras emociones.

Mis cavilaciones fueron abruptamente interrumpidas por el alarido de una madre que gritaba –“¡¡ahí escuche a otro!! ¡Ahí viene otra vez otro ángel, hagan algo!”-. Nadie podía hacer nada, la sombra del ángel se dibujo fugazmente a través de uno de los vitraux de la iglesia. Se escucho su aletear detrás de la pesada puerta de la iglesia. La abrió. Ingreso. Jamás había visto un ángel son uno seres increíbles, parecen mujer y hombre, tienen cabellos plateados y brillantes, sus rostros brillan como el sol, tienen túnicas blancas y portan una espada larga y afilada, sus ojos son blancos y tienen una llama de fuego como iris. Son perfectos. Inmaculados. Tenebrosamente fríos y duros. El ángel cerro sus magnificas alas y dijo con su voz de trueno- Vengo a buscar al próximo puro de alma. El niño tiene el sello del señor en la frente-. Aquí venia lo peor, las madres desesperadas buscaban en las frentes de sus niños ese dibujo, esa estrella. Julia estallo en un grito, Nico lo tenía. El niño lloro con su madre, el ángel pronuncio- deja al niño mujer pues debe servir al ejercito celestial-¡! ¡No!! Es mi hijo, es mi sangre, es mi alma- grito histérica y en medio de un llanto desconsolado. Julia tomo a Nicolás y corrió por detrás del atrio hacia la salida trasera de la iglesia, el ángel desplegó sus alas, las batió con fuerza, y salio con un grito que lleno la iglesia haciéndola temblar. Yo solo atine a seguir a Julia, que hasta ese momento para mi era una desconocida.

Salí de la iglesia. El panorama fuera era desolador, el cielo estaba negro, sin estrellas, muy poca luz. En el firmamento había una figura, parecía un ángel infinito, con el rostro como el sol y pies plateados. Miraba hacia la tierra y de su boca salía una espada gigante. No había sonido alguno. Todo era silencio. No veía a Julia y a su hijo. Mire hacia arriba y vi a los Ángeles posados en la cúpula. Escuche un llanto lejano. Venia de la casa del padre. La puerta estaba entreabierta. Entre a la casa y dentro no había nada, solo los muebles tumbados y ropa por todos lados. La puerta de la cocina estaba cerrada y desde ahí dentro venia el sollozo. Los ví a los dos contra un rincón de la cocina. Abrazados, llorando.-Señora, vamos a la iglesia, ahí vamos a estar mas seguros acá solos estamos desprotegidos- le dije, quizás sin estar seguro de lo que decía- ¡No! Ahí va a volver a buscarnos y se va a llevar a Nico, ¿Por qué tiene que ir el a esa guerra que no es nuestra?- tenia algo de razón, estábamos metidos en el medio de una disputa divina y nosotros la sufríamos. Me senté a su lado, le pregunte su nombre me contó que se llamaba Julia.-Julia entiendo lo que decís, pero tratemos de volver quizás todos juntos podemos evitar que se lleven a Nicolás- ¿Y lo mismo no dijeron del hijo de margarita? Y se lo llevaron de todas formas- Julia tenia razón, yo de todas formas quería que vuelva , tenia la sensación de que quizás la podríamos cuidar todos juntos.- No voy a dejar que se lleven a mi hijo, que me maten a mi, pero no voy a dejar que el muera por una guerra que no nos pertenece, la cual nos están imponiendo, bastante sufrimos todo lo que paso y encima se llevan a nuestros hijos, Dios quizás no sea tan justo- la duda de Julia tenia fundamento, todo lo que nos estaba pasando, quizás no era tan justo o quizás si, si vemos todo lo que hicimos en estos años de vida como humanidad, degradándonos cada vez mas e ignorando la vida. Quizás esta era una forma de Dios de corregirnos, sin embargo seguimos con nuestros mismos egoísmos y odios estúpidos. Tal es así que hay gente que mataba a otros en las calles para poder conseguir alimento y agua cuando los campos se quemaron y las aguas fueron contaminadas. Gente que robaba los supermercados y gente que empujaba a otros fuera de las iglesias dejándolos a merced de los monstruos que poblaron la tierra, quizás nunca aprendamos, quizás nuestra era se termine a causa nuestra, de nuestro poco respeto por la vida y los demás. De todas formas Julia y su dolor tenían una razón, nadie quiere perder a su hijo a su sangre por algo que es tan injusto y estupido como una guerra. Una guerra que encima era algo inevitable.

Abrace a Julia, ella apoyo su cabeza en mi hombro y se quebró en llanto otra vez. Nico estaba sentado y de repente se incorporo, el niño de apenas 6 años, camino torpemente hasta el umbral de la cocina desde donde se veía una luz muy fuerte. Julia no lo vio, yo tampoco hasta que levante la vista y no lo encontré en la cocina. -¿Nico?-pregunte con temor. Julia se levanto desesperada y corrió hacia el living de donde venia la luz. La seguí con la tristeza de saber lo que vería. Nico miraba azorado el brillo del ángel que se paraba frente suyo. Las alas del ángel se encogían detrás de su espalda, no entraban en el living de la pequeña casa.

- ¡NO! ¡Por favor no!- grito Julia entre llantos. Yo quede paralizado. Sabía el desenlace. Julia corrió desesperada se tiro a los pies del ángel y le rogó- No a mi hijo no, es solo un niño, no vivió su vida, no experimento el amor, no experimento la amistad, el llanto, el dolor, no experimento la sensación de independencia, de responsabilidad, no merece terminar su vida por algo de lo que el es ajeno, el no tiene pecados, no tiene maldad, ¿por que tiene que morir por la gente que esta sucia en su conciencia? ¿Por que un inocente tiene que morir para liberar a los culpables de todo esto? – El ángel la miro, en sus ojos vacíos pareció asomarse algo de piedad- debe ser así, el es lo único puro en este mundo lleno de odio y maldad. Lo puro va a salvar al mundo-. El ángel inmutable por el llanto de Julia, alzo su espada, la madre grito con todas sus fuerzas y se puso delante de su hijo. Nico seguía mirando el brillo del ángel el cual atravesó con su espada filosa a su madre y a el en el corazón , Julia grito de dolor , Julia lloro, su corazón estaba siendo atravesado por el metal de la espada templada en el cielo, Nicolás solo sonrió, su cuerpo se convirtió en luz, una luz brillante como mil soles que me cegó por un segundo, y de esa luz nació otro ángel idéntico al que atravesaba el corazón de su madre que lloraba de dolor y desconsuelo, yo solo podía mirar y solo pretender entender el dolor…..

miércoles, 17 de junio de 2009

Un extraño

Sara dejó de sonreír. Quizás por el panorama descubierto solamente hace unos segundos. Vuelvo rápidamente en mi mente a ver la imagen que se acaba de quemar en mi cerebro. Franco y Sara juntos. Desnudos sobre mi cama. Ensimismados en su frenético amor. Los dos sobresaltados intentan dar explicaciones. No las escucho. Estoy sordo. ¿O solo no quiero escuchar? Vuelvo a ser niño, terco, cerrado en su propio mundo, lejano a las explicaciones vacías y condescendientes de los adultos. De repente me envuelve un extraño parecer. Estas dos personas, dueñas indiscutidas de mi entera confianza, la habían ultrajado. Por unos segundos detengo mi mirada sobre el rostro de Sara y el cariño me acaricia el rostro. Casi ausente de la escena, solo puedo mirarlos mientras se visten nerviosamente. Observo a Franco tener fijada la cara en la ventana. Sé que no puede enfrentar mi mirada. Sigo sordo a los llantos de Sara. Sordo a sus disculpas. Sólo escucho mi voz dentro de mi mente.
Sara está gritando, no entiendo por qué. Franco parece estar ajeno a sus gritos. Lo veo arrodillarse ante mí. Suplica pero sigo sin escucharlo. Mi indiferencia debe estar alterándolos. No pronuncié una palabra desde que abrí la puerta de mi habitación. Casi como ajena, mi mano derecha toma la jarra de vidrio que Sara había comprado para decorar nuestra mesa, que según ella, era “triste” sin nada encima. Con fuerza la jarra golpea la cara de Franco. Permanezco impávido ante su caída al suelo y la sangre. Los gritos de Sara se oyen como si vinieran desde muy lejos. Un ardor me recorre el brazo, creo que algunos vidrios me lastimaron la mano. En la ventana detrás del cuerpo semidesnudo de Sara observo a un transeúnte, que sin darse cuenta miró hacia dentro de la habitación pero rápidamente se alejó silbando por lo bajo, sin darse cuenta de que fue testigo de un acontecimiento de aquellos que llenan las páginas de los diarios quizás.
De pronto, parado ahí frente a las súplicas mezcladas con llantos de Sara, el cuarto me pareció extrañamente tan vasto como claustrofóbico. Siento que Sara intenta tomar mi brazo, pero es víctima de mi puño cerrado. Lleno de dolor, de furia, pero carente de razón. Doy con la sensación que buscaba en medio de tanta confusión: Un extraño vive detrás de mis ojos.

martes, 16 de junio de 2009

Libre

Al fin!! Al fin corro libre , lejos de esa caja que me aprisiono 10 años, siento finalmente el viento del campo en mi rostro, desde el primer día que entre ahí, desde el momento en que asesine a ese hombre con mi cuchillo y sentí su sangre en mi mano me arrepentí y comencé a imaginar este momento que después de tanto planear se cumple. Corro a mas no poder, ya ni siento el dolor de mis piernas, solo escucho el jadear de mi respiración acelerada y el latir de mi corazón que me recuerda a los tambores que escuchaba en mi pueblo en los carnavales . Siento la boca seca, pastosa, siento un liquido espeso, pero no me importa sigo corriendo debo alejarme lo mas que puedo, los policías vienen detrás de mi con los perros bravíos sedientos por mi sangre, enardecidos, deseando desgarrarme la carne con sus dientes, yo escapo de ellos, con mi uniforme hecho jirones, transpirado, sucio por revolcarme en el barro del campo que rodea la penitenciaria. Me quito lo que queda del uniforme ahora siento el viento en mi torso desnudo, lanzo lejos de mi esa tela desteñida sucia impregnada de mi sudor, de seguro ayudara a despistar a los sabuesos. La noche es espesa, cerrada , jamás experimente una oscuridad tal ni siquiera el suelo que piso puedo ver, pero no me importa no solo escapo de los policías y de “la caja” escapo de los “mansos” sabia que hoy intentarían vengarse, tenían preparado para mi un fierro caliente, los cobardes planeaban tomarme desprevenido en el patio del complejo, gracias al Rengo que me advirtió a tiempo en el desayuno , fiel amigo que hubiese querido que corra conmigo pero por su discapacidad hubiese sido solo una carga y hubiese frustrado el escape.

Escucho los ladridos de los perros cada vez mas cerca, debo acelerar mi paso, no veo nada en esta oscuridad, de pronto caigo en un charco de agua profundo, perfecto para despistar a las bestias, debe haber un arrollo que pasa por aquí, lo cruzo con dificultad, el agua me llega al pescuezo , me cuesta mantenerme la correntada es fuerte, con mucha dificultad llego al otro lado , me saco las botas que están pesadas llenas de agua, sigo corriendo, siento el pasto mojado bajo la planta de mis pies, hermosa sensación que pensé había olvidado, realmente me hacia remontar a mi niñes, con mis primos y los peones corriendo por la finca de mi padre casi hasta puedo verlo a mi padre reír y verme jugar , pero no puedo seguir recordando , el jadeo de los perros corta mi recuerdo y me devuelve esa oscuridad de la noche , debo seguir el camino correr y escapar , como esos sabuesos podrían seguirme la pista tan de cerca??. De pronto a lo lejos veo una pared que alza frente a mi, en mi boca sigo sintiendo esa incomodidad, pero no le doy importancia, no entiendo que es ese paredón que de la nada me separa del resto del campo, pensé que había saltado el ultimo, pero quien sabe hasta donde se extendía el complejo, aquí nos trajeron con los ojos vendados en carros de ganado. Me detuve , por un segundo no escuchaba los ladridos , en el medio del paredón que se extendía infinitamente hacia los lados veo una puerta gris , esta pared es demasiado alta para saltarla como la del patio , examino la puerta buscando la cerradura , apenas rozo la madera áspera esta cede ante mis dedos y se abre, titubeo en cruzarla o no, ya que dentro se descubre un pasillo larguisimo casi infinito que se pierde en la oscuridad, escucho las garras de las bestias que me buscan , decido adentrarme en el pasillo y cerrar la puerta detrás de mi, corro incansablemente no puedo permitirme un descanso, tengo que correr.

El pasillo no parece terminar, no veo nada, pero sigo corriendo, de golpe tropiezo caigo al suelo y me golpeo la cara contra la piedra fría , me corte el labio o perdí algún diente por que siento correr la sangre caliente y espesa en mi boca, ese momento me recordó a las peleas en la calle cuando era joven, ja! recibí varias tundas pero los demás también tenían lo que se merecían de parte mía, cuantos dientes habré perdido , ya ni recuerdo ,pero hasta me parece poder ver a mis amigos vitoreándome el recuerdo se corta abruptamente , siento el rasgar de las garras de los caninos contra la puerta , me levanto ,me seco la sangre y corro , al fondo veo otra puerta que se dibuja entre las tinieblas gracias a una bombita de luz pequeña , es la única opción que tengo, la empujo con todas mis fuerzas y al pasar al otro lado me detengo en seco, se me corta la respiración, mis ojos me deben estar jugando una mala pasada, estoy otra vez en el patio del penitenciario, mis ojos se nublan por las lagrimas que se asoman, la desesperación , me recordaba al momento que vi morir a mi padre en mis brazos, ya enfermo, hasta puedo verlo en el lecho. Otra vez las bestias interrumpen mi recuerdo, no hay tiempo para desesperación, debo seguir , ellos están detrás mío, yo dentro del correccional, quizás podría volver a escapar volver a saltar el muro, pero las paredes están muy altas, mucho mas de lo que las recordaba, del otro lado del patio alcanzo a ver otra puerta gris , comienzo a correr hacia ella , en la oscuridad del patio puedo ver las caras de “los mansos” mis enemigos , los veo tan cerca que hasta trato de esquivarlos, veo sus ojos llenos de sangre , veo sus rostros llenos de ira de venganza si “El Portugués” no me hubiese traicionado no tendría que haberlo matado, el me obligo así es la vida en el correccional ,hasta puedo verlo a el tendido en el suelo con el costado desgarrado por mi faca, tropiezo otra vez y siento el golpeteo de las garras y las patas de los perros en el suelo duro del patio, me levanto corro y alcanzo a abrir la puerta con un golpe seco la cierro detrás de mi , exhausto me apoyo en ella para descansar, no escucho el gruñir de esos monstruos.

Delante mío una escalera era lo único que veía, iba hacia abajo, pero jamás la había visto en el correccional, y eso que lo conocía bien, quizás entre a otro edificio, seria una fabrica? No creo , no había nada en ese lugar, no tenia otra salida que seguir mi camino, comencé a bajar, no podía ver el fondo , el final de la escalera, pero que importaba, quería llegar a algún lugar, lejos de “la caja” , sigo bajando despacio, ya siento el cansancio, es como si me hubiese llegado de golpe, pero ya estoy exhausto, me cuesta respirar , me siento mareado, se me hace difícil mantenerme despierto los ojos se me cierran pero me tomo fuertemente del pasamanos endeble, y sigo bajando, escucho arriba , increíblemente, otra vez el quejido de uno de los perros que finalmente se hacen paso por la última puerta gris, como esos canes pueden seguirme el rastro? Seguramente fue la sangre que perdí cuando me caí en el pasillo que los vuelve locos y los convierte en perseguidores incansables, imagino que habrán dejado atrás a los policías gordos retacones y pesados que los llevaban con sus correas que habrán tropezado y caído de bruces en medio del campo a causa del tironeo bestial de los perros.

Tomo fuerzas de no se donde y trato de bajar mas rápido, paso escalón por escalón velozmente , tan rápido que ya mirando hacia abajo los escalones me parecen ser cada vez mas pequeños , tropiezo y caigo fuertemente, me golpeo un brazo llego al final de la escalera a los tumbos, milagrosamente sigo conciente y puedo levantarme ,me encuentro frente a una puerta, oigo las patas bajando rápidamente por la escalera, golpeo la puerta para abrirla pero ni se mueve, no tengo mucha mas fuerza, casi me entrego, intento una vez mas con lo poco que me queda me abalanzo sobre la pesada puerta de madera y caigo al otro lado rendido, levanto la cabeza y veo que estoy en la enfermería del penal, que hago acá?? Como llegue?? Si estaba hace un momento en el campo corriendo a mi libertad, veo al enfermero “El Mocho” Cortez con su chaquetilla blanca teñida de rojo sangre, muy apurado trabajando miro a la camilla y veo dos pies sucios desnudos, trato de incorporarme quiero ver quien es el que esta en la camilla , las espaldas anchas de Mocho no me dejan ver , rápidamente se da vuelta con un paño teñido sangre y me veo en la camilla inmóvil mirando al techo con mi torso desnudo lleno de sangre con un fierro caliente en mi garganta que no para de sangrar, a mi lado yace con mi faca en el pecho Camparollo el cabecilla de “los Mansos”….

viernes, 12 de junio de 2009

Próximos estrenos

Hago un pequeño paréntesis en la cascada de historias, y es para contar mas o menos lo que sigue en este humilde blog. En estos momentos estoy trabajando en una "novela", voy a intentar publicar los capítulos acá con asiduidad, para que todos ustedes puedan disfrutarla ( ¡como si fueran muchos!). El día de posteo de los capítulos va a ser todos los viernes (voy a intentar que así sea). Bueno espero que se enganchen, el próximo viernes a esta hora mas o menos tendrán la primera entrega de esta a apasionante novela.

Saludos!!

Suyo, siempre suyo, Alan Smithee.

PD: Siéntanse libres de comentar las historias, dejar sugerencias o insultarme a mas no poder.



Fin de jornada

Nadie. Vacía. Oscura. Sucia. Así permanecía por las noches la estación Saenz Peña de la línea A del subterráneo. Siempre fue un lugar incomodo para estar , aun cuando esta activa durante el día. Las paredes húmedas, los túneles oscuros y el ambiente pesado se combinaban para convertirla en un lugar desagradable, incomodo para cualquiera. Esta noche solo Farfan quedaba rondando la estación. Cumpliendo con sus tareas de limpieza. El hombre de unos 54 años , flaco, muy alto, de brazos largos, rostro áspero y bigote tupido, se paseaba por los túneles que conectaban las oficinas del subterráneo. Cumplía con su tarea de chequear que cada oficina este correctamente cerrada, que todo este en su lugar, que las luces se apaguen y todo se duerma hasta el otro día. El hombre caminaba tranquilamente, totalmente concentrado en la radio que escuchaba, un tango lejano , quizás un tango que jamás había escuchado, esa era su única compañía. Silbaba el compás mientras cerraba las puertas , apagaba las luces, llegando al final del recorrido debía encender su linterna ya que todo el sector quedaba en la total oscuridad. Farfan había trabajado por 20 años y conocía todos los pasillos de memoria. Todo estaba en orden. El hombre apago la ultima luz. La ultima oficina del pasillo. Todo listo para encender la linterna, volver al inicio y pasar a la siguiente estación. Eran las dos y media de la madrugada. Farfan tomo su linterna se dispuso a encenderla, sin éxito. Normal. A veces bastaba un golpe suave y la linterna encendía. Lo intento. Nada. Oscuridad plena. El tango en sus oídos era lo único que experimentaban sus sentidos. Se sintió por un segundo desorientado. Decidió comenzar a caminar a ciegas. El largo pasillo se hacia todavía mas largo a oscuras. Solo los pasos de Farfan retumbaban en la estación. Su radio se apago, ya Farfan parecía estar en medio de la nada. Ni un sonido, solo sus pasos. Caminando a tientas , Farfan ponía sus manos delante para no tropezar con nada, buscaba la salida del pasillo, según su memoria y calculando por lo caminado ya debería estar llegando, pero nada. El pasillo parecía estirarse debajo de sus pies. Farfan comenzó a apurarse, varias veces había estado a oscuras , pero esta vez no era igual a las otras. Se sentía inquieto, sentía una presión angustiante en el pecho. Concentrado en el sonido de sus pasos, Farfan no reparo en que sus pasos estaban siendo duplicados por otros pasos un poco mas débiles. El operario se detuvo. Sintió el deslizar de la cuchilla a través de su cuello. Su vida se perdió anónimamente en la oscuridad.

jueves, 11 de junio de 2009

El grito

“No hay peor prisión que la mente”
(A.S.)


Esto que voy a contarle no lo creerá, y no es por que yo sea pesimista o que lo prejuzgue a usted, lector, si no es que mi relato es algo inverosímil, algo que muchas personas se niegan a creer, quizás algún día encuentre a alguien quien se interese por mi situación y deje el escepticismo de lado. Pero lo dudo, ya pasaron 7 meses y nadie, absolutamente nadie se digno a mirarme con otros ojos en lugar de esa mirada de lastima. Esta es mi única forma de comunicación con los demás seres humanos, la escritura, y creo que no me queda mucho mas tiempo para utilizarla, poco a poco siento los músculos de mi mano atrofiarse. Voy a contarles mi testimonio , no pretendo que me crea, solo que lo lea y saque sus conclusiones al final, pido al menos un momento de su atención , si quiere olvídeme al segundo que termine la lectura, déjeme ahí donde estoy ya hace 7 largos y horribles meses.

Paso a comenzar el relato de mi historia:

Mi nombre es (o era) Fabián Cortez, por muchos años maneje una ferretería que era de mi padre ubicada en la avenida las Heras, un negocio que siempre funciono bien y que mi padre lo tuvo desde que soy pequeño, nuestra familia vivió de ella y la seguimos manteniendo (o la seguía dada mi condición actual muchas cosas que hacia están en el pasado).Siete meses atrás tenia 40 años, tenia mi familia formada con dos hijos y mi mujer Sonia. Vivía feliz, siempre tuve suerte y nunca renegué de nada de lo que la vida me dio. No puedo decir lo mismo de mi hermano Miguel se podría decir que el no tuvo suerte en la vida, el destino lo golpeo varias veces, es 10 años mayor que yo no pudo tener hijos a pesar de tener un cariño especial por los niños de hecho adoraba a sus sobrinos (mis dos hijos Santiago y Franco) y su mujer Irene falleció a los dos años que ellos se casaron y de ahí en mas Miguel no volvió a tener pareja. Siempre estuvo en un estado depresivo del cual le costo siempre salir, podía lograr mejorías quizás temporarias, pero al poco tiempo volvía a caer. Trabajaba en la ferretería de mi padre pero al pasar los años de a poco y con la ayuda de su depresión, comenzó a abandonar el negocio hasta que a los 50 se recluyo en su departamento y no salio de ahí en 1 mes hasta que yo fui a buscarlo. Entre y lo encontré acurrucado en su cama vestido en sus ropas de dormir, desaliñado sucio, parecía que no se había levantado de ahí en todo el mes. Dada su situación, a pesar de su negativa, decidí internarlo en un psiquiátrico.

Debo confesar que si al principio de su internación lo visitaba regularmente casi todos los días y lo veía bien, demostraba buen animo, parecía estar recuperándose aunque me daba cuenta que en su actitud había un dejo de rencor contra mi por haberlo internado me decía “ me tratas como a un loco y lejos estoy de eso Fabián”. Con el pasar del tiempo deje de visitarlo tan seguido y quizás pasaba por el hospital una vez por semana, el trabajo en la ferretería cada vez era mas grande y teníamos mucho por hacer, además entrar ahí me incomodaba , caminar por ese patio tan largo y ver a toda esa gente que camina ausente como si estuvieran caminando en otra realidad que nosotros no percibimos, el psiquiátrico es enorme y tiene miles y miles de pasillos , parece un laberinto de paredes húmedas y sucias, siempre temí perderme y no salir por eso pedía a la enfermera que me acompañe a pesar de que sabia como llegar a la habitación. Durante un mes vi a Miguel empeorar, cada vez me trataba con mas rencor y me hablaba menos, a veces casi ni me miraba a la cara, lo encontraba mirándose al espejo fijamente como intentando pasar al otro lado, y se quedaba así todo el tiempo de la visita a veces me decía solamente “me gustaría que vinieran Sonia y los chicos” yo le prometía esa visita que nunca se cumpliría, no quería que los chicos lo vieran así.

Pronto mis visitas se espaciaron tanto que llegaron a ser de una vez por mes y lo veía realmente mal cada vez que lo visitaba, quizás eso me hacia esperar mas para la próxima visita, me dolía verlo así, ya a veces ni me hablaba, ni si quiera me miraba, ni siquiera se movía de frente a su espejo y cuando yo buscaba su mirada se me hacia imposible, sus ojos estaba fijados al espejo y cuando podía interceptarla sentía un odio terrible hacia mi. Ahí comenzaron los sueños. Pesadillas horribles en las cuales yo me veía atrapado en un laberinto de espejos que reflejaban no mi imagen sino la de Miguel. Corría buscando la salida pero solo me topaba con más y más espejos.

Después de un tiempo deje de visitarlo, ya no me hablaba, ya no me miraba, no se movía. No mostraba ningún tipo de estimulo con respecto a mi visita, no era mas Miguel era como un cuerpo vació sin nadie dentro, verlo así daba miedo, el silencio en la habitación, su mirada perdida en la profundidad de sus ojos. Buscando algo dentro de el, parecía estar totalmente inmerso en si mismo, deteriorándose físicamente de forma notable, estaba comenzando a perder el cabello, el que siempre fue un hombre muy coqueto que siempre presumió de su cabellera intacta a pesar de el pasar del tiempo. Su rostro también estaba perdiendo brillo y expresión. Adoptaba de a poco una expresión triste.

Las pesadillas, con el pasar del tiempo, fueron aumentando, cada vez eran mas frecuentes y mas largas. Lo mas extraño es que no las olvidaba con el transcurrir del día, como generalmente pasa, sino que quedaban grabadas en mi cabeza y se repetían. Si dormía la siesta volvía a tener pesadillas. Generalmente eran iguales, yo, el laberinto de espejos y el reflejo de Miguel que cada vez se deterioraba más. En una de las ultimas pesadillas, lo recuerdo bien, corría a través del pasillo de espejos, cuando de pronto llegue a un callejón sin salida con un gran espejo en el centro, me acerque de apoco, veía el reflejo de Miguel que de a poco, a medida que me acercaba, se iba deformando y se convertía en mi. Desperté repentinamente transpirado y con un severo dolor de cabeza. Eran horribles las pesadillas, cuando las soñaba tenia una sensación de asfixia espantosa, me sentía atrapado en ese laberinto en el cual me metía cada vez mas. De ahí en adelante trate de dormir lo menos posible, dormía muy poco apenas 3 o 4 horas en la noche.

Aquí comienza la parte que nadie cree, una tarde me llamaron del psiquiátrico me hablo el doctor Bidecar me advirtió que la situación de Miguel se hacia cada vez mas complicada , que no responde a ningún tipo de estimulo pero al mismo tiempo las enfermeras se niegan a atenderlo dicen ellas (y esto que me dijo jamás lo olvidare) que “ les dice cosas sin mover sus labios, que lo escuchan dentro de sus cabezas , entendemos que las empleadas quizás estén diciendo tonterías pero la cuestión es que ya son 5 enfermeras que renunciaron por negarse a tratarlo le recomiendo que venga a charlar conmigo en mi despacho “.

Al otro día fui a visitar a Bidecar recuerdo que el doctor muy amablemente me atendió en su oficina y me invito a un café. Bidecar era un hombre serio, muy alto, su chaquetilla blanca lo hacia todavía mas largo, era flaco y su cabello plagado de canas. Tomo un sorbo de su café me miro y dijo con vos grave – “lo de su hermano, señor Cortez, es irreversible, parece estar en un estado de autismo muy grave, no responde a ningún tipo de estimulo, sus ojos están fijos en un punto del cuarto y no se mueven, parece estar en un estado catatonico. Además su cuerpo se esta atrofiando, sus músculos están casi destruidos. Le comente lo de las enfermeras que renunciaron, la ultima que entro salio con nauseas y mareos y dijo que el se los provoco esos síntomas cuando ella quiso moverlo de su silla y acostarlo, realmente Cortez no se que pensar.- lo que me decía el doctor era difícil de comprender, me quede sentado, pensando en todo lo que me dijo y pregunte:-“¿que me recomienda que haga doctor?”- Bidecar tomo su lapicera y mientras escribía en un papel me dijo – “yo le voy recomendar a un colega mío para que usted lo lleve a que lo vea, pero desde ya le digo”- aquí hizo una pausa levanto su mirada del papel para clavarla en mi y continuo-“aquí, lamentablemente, no podemos tenerlo mas, estoy perdiendo todas las enfermeras”. Entendía la situación de Bidecar pero lo que me pedía era difícil de afrontar, no tendría otra opción que llevarlo a mi casa. ¿Como lo tendría en casa? La situación era cada vez mas difícil, como haría con los chicos, con Sonia, ¿y si no mejorara?? , miles de preguntas en mi cabeza, decidí dar por terminada la entrevista con el doctor, ir a la habitación de el y empezar a guardar sus cosas para llevarlo, Bidecar me pidió que sea lo antes posible su traslado.

Camine por ese pasillo oscuro que da al patio viendo a los pacientes que me miran desde dentro de sus propias mentes. En un momento me vi perdido, quizás por el cansancio de no dormir. Me parecía que todos los pasillos eran iguales. Comencé a desesperarme no veía a ninguna enfermera cerca y realmente no recordaba bien el camino a la habitación. Uno de los pacientes me miro directo a los ojos y sonrió, pero fue una sonrisa casi macabra la cual hizo que apurara el paso. Vi al fondo del corredor una luz clara que provenía del patio y sentí un alivio indescriptible. Cruce rápidamente el patio y sentí un escalofrió, al menos sacando a Miguel de allí no vendría nunca mas.

Llegue a la puerta de la habitación, tome aire, junte coraje (hacia ya 2 meses que no aparecía) abrí la puerta y entre. Casi como la última vez que lo vi estaba sentado frente a su espejo, esta vez encorvado, con sus manos en su regazo y sus pies juntos, su mirada triste fija en sus ojos en el espejo. Dije en voz fuerte y clara “bueno Miguel nos vamos de acá eh, te venís a casa conmigo y los chicos ¿queres?” parecía que le hablaba a una criatura a un niño como cuando se lo convence de algo, obviamente no me respondía, volví a dirigirme a el – “te voy a empezar a guardar la ropa en el bolso cuando termino nos vamos ¿si?”- inútil mi esfuerzo, seguía con su mirada clavada en el espejo, lo observe, estaba pelado, con su cara triste, sus parpados caídos y venosos, su rostro parecía envejecido, lleno de arrugas, parecía un hombre de 90 años, estaba muy deteriorado.

Totalmente distraído y concentrado en guardar sus cosas escuche en mi mente en mi cabeza con mi propia voz (esa voz con la que hablamos en la privacidad de nuestra mente) un pensamiento que pareció colarse entre los míos “viniste después de 2 meses, venís a sacarme de acá por que no te queda otra ¿verdad?”, me sobresalte. Lo mire, y seguía fijo en su tarea. volví a guardar las cosas, otra vez un pensamiento se apareció entre los míos “siempre tuviste suerte Fabián, siempre fuiste el mejor de la familia, al que le iba bien en todo , al que papa le dejo la responsabilidad del negocio”, me volví a mirarlo, seguía igual. Tan rápido como me puse a guardar las cosas otra vez, escuche otro “¿sabes lo que siento yo? ¿Te lo preguntaste alguna vez? ¿Lo que sentí en mi vida?? ¿Lo que tuve que soportar mientras vos eras el opuesto a mi suerte? “, temblé de miedo era Miguel que hablaba en mi cabeza, pero ni se movía, ni movía sus labios, retrocedí hasta la puerta y grite con enojo – “basta Miguel, ¿que estas haciendo?,. yo no tengo la culpa de todo lo que te paso en la vida, y siempre estuve a tu lado para ayudarte, el replico en mi cabeza “si ayudarme es meterme en este agujero, estas equivocado” –“era la única opción Miguel, ¿que querías que haga? Estabas muy mal”- conteste confundido por toda la situación –“ si Fabián pero abandonarme acá y pretender que no existo no ayudo, sos demasiado para venir a verme, vos con tu vida perfecta , con tu familia y con tu mujer hermosa, por que vendrías a ver a el loco de tu hermano”- la voz en mi cabeza cada vez se iba pareciendo mas a la de el, y casi gritaba dentro de mi cerebro , me producía un dolor punzante en el centro de mi cabeza , retumbaba-“ siempre desee a Sonia sabes?? Y siempre quise ser padre , ojo amo a Santi y a Franquito como si fueran hijos míos , pero no lo son “- cometí un error y me deje llevar-“ ni nunca lo serán Miguel , es mi familia , es mi vida”- me maree , casi me caigo al suelo, solté el bolso y la ropa se desparramo , se me nublaba la vista y como imágenes rápidas veía su rostro tan cerca, me dolía mucho la cabeza, sentía como si tuviera un taladro atravesándome el cráneo, caí de rodillas al suelo, sentía las sienes latir como si me fueran a estallar, llore, sentí la lagrima caer por mi mejilla y vi de nuevo su rostro desagradable frente al mío como si lo tuviera frente a mi, perdí la visión, quede arrodillado llorando desorientado y escuche ya lejano en el fondo de mis pensamientos “ en eso te equivocas”….. Caí en otra pesadilla, esta vez yo perseguía el reflejo de Miguel en los espejos, reflejo que me daba la espalda, me daba la sensación de no saber quien estaba de que lado del espejo, quien era el reflejo y quien la realidad , corría y gritaba, mis gritos ni se escuchaban, sentía mover la boca pero no salía sonido de ella, el reflejo de Miguel inmóvil de espaldas me ignoraba….

Recupere la vista y lo que vi , Dios , lo que veo hasta el día de hoy , todavía no puedo entenderlo, vi su rostro frente a mi, reflejado en el espejo. En el fondo de la imagen me vi a mi levantándome y saliendo de la habitación, pero mi conciencia no estaba en ese cuerpo, estaba mirando al espejo mirando el rostro decrepito de mi hermano, mi conciencia estaba en su cuerpo, cuerpo que seguramente el mismo atrofio para hacerlo una prisión de donde jamás podré salir. Metió su mente en mi cuerpo, se llevo con el mi vida mi mujer mis hijos y me dejo a mi encerrado en ese cuerpo vació, en esa masa de músculos atrofiados, no puedo gritar, por mas que lo intente, los gritos se ahogaban dentro mío, no podía mover un músculo, solo observar… Vi entrar al doctor Bidecar y le grite que me ayude que soy yo Franco pero le escuche decir “bueno Miguel su hermano me prometió que se portaría bien eh, se queda con nosotros entonces, pero ojo con lo que hace”, “¡no! ¡No se equivoca esta dejando salir al enfermo! “grite en la soledad de mi mente, de mi conciencia, sola en un cuerpo ajeno, sola mi alma encarcelada en un envase vació sin forma sin fuerzas sin respuesta , un grito que jamás se escuchara, dentro de una prisión de donde no se puede salir, soy testigo silencioso de mi tormento , nadie me escucha ni nadie me querrá escuchar nunca, para todos soy un loco enfermo un autista catatonico, ¿quien escucharía los gritos, las historias descabelladas de un ser que deforma la realidad solamente para llamar la atención , de un ser tan extraño? ¿Quién creería que soy una mente sana dentro del cuerpo de un hombre enfermo?. Debo dejar de escribir siento los músculos de mi mano arder y lentamente dejar de responder……