jueves, 11 de junio de 2009

El grito

“No hay peor prisión que la mente”
(A.S.)


Esto que voy a contarle no lo creerá, y no es por que yo sea pesimista o que lo prejuzgue a usted, lector, si no es que mi relato es algo inverosímil, algo que muchas personas se niegan a creer, quizás algún día encuentre a alguien quien se interese por mi situación y deje el escepticismo de lado. Pero lo dudo, ya pasaron 7 meses y nadie, absolutamente nadie se digno a mirarme con otros ojos en lugar de esa mirada de lastima. Esta es mi única forma de comunicación con los demás seres humanos, la escritura, y creo que no me queda mucho mas tiempo para utilizarla, poco a poco siento los músculos de mi mano atrofiarse. Voy a contarles mi testimonio , no pretendo que me crea, solo que lo lea y saque sus conclusiones al final, pido al menos un momento de su atención , si quiere olvídeme al segundo que termine la lectura, déjeme ahí donde estoy ya hace 7 largos y horribles meses.

Paso a comenzar el relato de mi historia:

Mi nombre es (o era) Fabián Cortez, por muchos años maneje una ferretería que era de mi padre ubicada en la avenida las Heras, un negocio que siempre funciono bien y que mi padre lo tuvo desde que soy pequeño, nuestra familia vivió de ella y la seguimos manteniendo (o la seguía dada mi condición actual muchas cosas que hacia están en el pasado).Siete meses atrás tenia 40 años, tenia mi familia formada con dos hijos y mi mujer Sonia. Vivía feliz, siempre tuve suerte y nunca renegué de nada de lo que la vida me dio. No puedo decir lo mismo de mi hermano Miguel se podría decir que el no tuvo suerte en la vida, el destino lo golpeo varias veces, es 10 años mayor que yo no pudo tener hijos a pesar de tener un cariño especial por los niños de hecho adoraba a sus sobrinos (mis dos hijos Santiago y Franco) y su mujer Irene falleció a los dos años que ellos se casaron y de ahí en mas Miguel no volvió a tener pareja. Siempre estuvo en un estado depresivo del cual le costo siempre salir, podía lograr mejorías quizás temporarias, pero al poco tiempo volvía a caer. Trabajaba en la ferretería de mi padre pero al pasar los años de a poco y con la ayuda de su depresión, comenzó a abandonar el negocio hasta que a los 50 se recluyo en su departamento y no salio de ahí en 1 mes hasta que yo fui a buscarlo. Entre y lo encontré acurrucado en su cama vestido en sus ropas de dormir, desaliñado sucio, parecía que no se había levantado de ahí en todo el mes. Dada su situación, a pesar de su negativa, decidí internarlo en un psiquiátrico.

Debo confesar que si al principio de su internación lo visitaba regularmente casi todos los días y lo veía bien, demostraba buen animo, parecía estar recuperándose aunque me daba cuenta que en su actitud había un dejo de rencor contra mi por haberlo internado me decía “ me tratas como a un loco y lejos estoy de eso Fabián”. Con el pasar del tiempo deje de visitarlo tan seguido y quizás pasaba por el hospital una vez por semana, el trabajo en la ferretería cada vez era mas grande y teníamos mucho por hacer, además entrar ahí me incomodaba , caminar por ese patio tan largo y ver a toda esa gente que camina ausente como si estuvieran caminando en otra realidad que nosotros no percibimos, el psiquiátrico es enorme y tiene miles y miles de pasillos , parece un laberinto de paredes húmedas y sucias, siempre temí perderme y no salir por eso pedía a la enfermera que me acompañe a pesar de que sabia como llegar a la habitación. Durante un mes vi a Miguel empeorar, cada vez me trataba con mas rencor y me hablaba menos, a veces casi ni me miraba a la cara, lo encontraba mirándose al espejo fijamente como intentando pasar al otro lado, y se quedaba así todo el tiempo de la visita a veces me decía solamente “me gustaría que vinieran Sonia y los chicos” yo le prometía esa visita que nunca se cumpliría, no quería que los chicos lo vieran así.

Pronto mis visitas se espaciaron tanto que llegaron a ser de una vez por mes y lo veía realmente mal cada vez que lo visitaba, quizás eso me hacia esperar mas para la próxima visita, me dolía verlo así, ya a veces ni me hablaba, ni si quiera me miraba, ni siquiera se movía de frente a su espejo y cuando yo buscaba su mirada se me hacia imposible, sus ojos estaba fijados al espejo y cuando podía interceptarla sentía un odio terrible hacia mi. Ahí comenzaron los sueños. Pesadillas horribles en las cuales yo me veía atrapado en un laberinto de espejos que reflejaban no mi imagen sino la de Miguel. Corría buscando la salida pero solo me topaba con más y más espejos.

Después de un tiempo deje de visitarlo, ya no me hablaba, ya no me miraba, no se movía. No mostraba ningún tipo de estimulo con respecto a mi visita, no era mas Miguel era como un cuerpo vació sin nadie dentro, verlo así daba miedo, el silencio en la habitación, su mirada perdida en la profundidad de sus ojos. Buscando algo dentro de el, parecía estar totalmente inmerso en si mismo, deteriorándose físicamente de forma notable, estaba comenzando a perder el cabello, el que siempre fue un hombre muy coqueto que siempre presumió de su cabellera intacta a pesar de el pasar del tiempo. Su rostro también estaba perdiendo brillo y expresión. Adoptaba de a poco una expresión triste.

Las pesadillas, con el pasar del tiempo, fueron aumentando, cada vez eran mas frecuentes y mas largas. Lo mas extraño es que no las olvidaba con el transcurrir del día, como generalmente pasa, sino que quedaban grabadas en mi cabeza y se repetían. Si dormía la siesta volvía a tener pesadillas. Generalmente eran iguales, yo, el laberinto de espejos y el reflejo de Miguel que cada vez se deterioraba más. En una de las ultimas pesadillas, lo recuerdo bien, corría a través del pasillo de espejos, cuando de pronto llegue a un callejón sin salida con un gran espejo en el centro, me acerque de apoco, veía el reflejo de Miguel que de a poco, a medida que me acercaba, se iba deformando y se convertía en mi. Desperté repentinamente transpirado y con un severo dolor de cabeza. Eran horribles las pesadillas, cuando las soñaba tenia una sensación de asfixia espantosa, me sentía atrapado en ese laberinto en el cual me metía cada vez mas. De ahí en adelante trate de dormir lo menos posible, dormía muy poco apenas 3 o 4 horas en la noche.

Aquí comienza la parte que nadie cree, una tarde me llamaron del psiquiátrico me hablo el doctor Bidecar me advirtió que la situación de Miguel se hacia cada vez mas complicada , que no responde a ningún tipo de estimulo pero al mismo tiempo las enfermeras se niegan a atenderlo dicen ellas (y esto que me dijo jamás lo olvidare) que “ les dice cosas sin mover sus labios, que lo escuchan dentro de sus cabezas , entendemos que las empleadas quizás estén diciendo tonterías pero la cuestión es que ya son 5 enfermeras que renunciaron por negarse a tratarlo le recomiendo que venga a charlar conmigo en mi despacho “.

Al otro día fui a visitar a Bidecar recuerdo que el doctor muy amablemente me atendió en su oficina y me invito a un café. Bidecar era un hombre serio, muy alto, su chaquetilla blanca lo hacia todavía mas largo, era flaco y su cabello plagado de canas. Tomo un sorbo de su café me miro y dijo con vos grave – “lo de su hermano, señor Cortez, es irreversible, parece estar en un estado de autismo muy grave, no responde a ningún tipo de estimulo, sus ojos están fijos en un punto del cuarto y no se mueven, parece estar en un estado catatonico. Además su cuerpo se esta atrofiando, sus músculos están casi destruidos. Le comente lo de las enfermeras que renunciaron, la ultima que entro salio con nauseas y mareos y dijo que el se los provoco esos síntomas cuando ella quiso moverlo de su silla y acostarlo, realmente Cortez no se que pensar.- lo que me decía el doctor era difícil de comprender, me quede sentado, pensando en todo lo que me dijo y pregunte:-“¿que me recomienda que haga doctor?”- Bidecar tomo su lapicera y mientras escribía en un papel me dijo – “yo le voy recomendar a un colega mío para que usted lo lleve a que lo vea, pero desde ya le digo”- aquí hizo una pausa levanto su mirada del papel para clavarla en mi y continuo-“aquí, lamentablemente, no podemos tenerlo mas, estoy perdiendo todas las enfermeras”. Entendía la situación de Bidecar pero lo que me pedía era difícil de afrontar, no tendría otra opción que llevarlo a mi casa. ¿Como lo tendría en casa? La situación era cada vez mas difícil, como haría con los chicos, con Sonia, ¿y si no mejorara?? , miles de preguntas en mi cabeza, decidí dar por terminada la entrevista con el doctor, ir a la habitación de el y empezar a guardar sus cosas para llevarlo, Bidecar me pidió que sea lo antes posible su traslado.

Camine por ese pasillo oscuro que da al patio viendo a los pacientes que me miran desde dentro de sus propias mentes. En un momento me vi perdido, quizás por el cansancio de no dormir. Me parecía que todos los pasillos eran iguales. Comencé a desesperarme no veía a ninguna enfermera cerca y realmente no recordaba bien el camino a la habitación. Uno de los pacientes me miro directo a los ojos y sonrió, pero fue una sonrisa casi macabra la cual hizo que apurara el paso. Vi al fondo del corredor una luz clara que provenía del patio y sentí un alivio indescriptible. Cruce rápidamente el patio y sentí un escalofrió, al menos sacando a Miguel de allí no vendría nunca mas.

Llegue a la puerta de la habitación, tome aire, junte coraje (hacia ya 2 meses que no aparecía) abrí la puerta y entre. Casi como la última vez que lo vi estaba sentado frente a su espejo, esta vez encorvado, con sus manos en su regazo y sus pies juntos, su mirada triste fija en sus ojos en el espejo. Dije en voz fuerte y clara “bueno Miguel nos vamos de acá eh, te venís a casa conmigo y los chicos ¿queres?” parecía que le hablaba a una criatura a un niño como cuando se lo convence de algo, obviamente no me respondía, volví a dirigirme a el – “te voy a empezar a guardar la ropa en el bolso cuando termino nos vamos ¿si?”- inútil mi esfuerzo, seguía con su mirada clavada en el espejo, lo observe, estaba pelado, con su cara triste, sus parpados caídos y venosos, su rostro parecía envejecido, lleno de arrugas, parecía un hombre de 90 años, estaba muy deteriorado.

Totalmente distraído y concentrado en guardar sus cosas escuche en mi mente en mi cabeza con mi propia voz (esa voz con la que hablamos en la privacidad de nuestra mente) un pensamiento que pareció colarse entre los míos “viniste después de 2 meses, venís a sacarme de acá por que no te queda otra ¿verdad?”, me sobresalte. Lo mire, y seguía fijo en su tarea. volví a guardar las cosas, otra vez un pensamiento se apareció entre los míos “siempre tuviste suerte Fabián, siempre fuiste el mejor de la familia, al que le iba bien en todo , al que papa le dejo la responsabilidad del negocio”, me volví a mirarlo, seguía igual. Tan rápido como me puse a guardar las cosas otra vez, escuche otro “¿sabes lo que siento yo? ¿Te lo preguntaste alguna vez? ¿Lo que sentí en mi vida?? ¿Lo que tuve que soportar mientras vos eras el opuesto a mi suerte? “, temblé de miedo era Miguel que hablaba en mi cabeza, pero ni se movía, ni movía sus labios, retrocedí hasta la puerta y grite con enojo – “basta Miguel, ¿que estas haciendo?,. yo no tengo la culpa de todo lo que te paso en la vida, y siempre estuve a tu lado para ayudarte, el replico en mi cabeza “si ayudarme es meterme en este agujero, estas equivocado” –“era la única opción Miguel, ¿que querías que haga? Estabas muy mal”- conteste confundido por toda la situación –“ si Fabián pero abandonarme acá y pretender que no existo no ayudo, sos demasiado para venir a verme, vos con tu vida perfecta , con tu familia y con tu mujer hermosa, por que vendrías a ver a el loco de tu hermano”- la voz en mi cabeza cada vez se iba pareciendo mas a la de el, y casi gritaba dentro de mi cerebro , me producía un dolor punzante en el centro de mi cabeza , retumbaba-“ siempre desee a Sonia sabes?? Y siempre quise ser padre , ojo amo a Santi y a Franquito como si fueran hijos míos , pero no lo son “- cometí un error y me deje llevar-“ ni nunca lo serán Miguel , es mi familia , es mi vida”- me maree , casi me caigo al suelo, solté el bolso y la ropa se desparramo , se me nublaba la vista y como imágenes rápidas veía su rostro tan cerca, me dolía mucho la cabeza, sentía como si tuviera un taladro atravesándome el cráneo, caí de rodillas al suelo, sentía las sienes latir como si me fueran a estallar, llore, sentí la lagrima caer por mi mejilla y vi de nuevo su rostro desagradable frente al mío como si lo tuviera frente a mi, perdí la visión, quede arrodillado llorando desorientado y escuche ya lejano en el fondo de mis pensamientos “ en eso te equivocas”….. Caí en otra pesadilla, esta vez yo perseguía el reflejo de Miguel en los espejos, reflejo que me daba la espalda, me daba la sensación de no saber quien estaba de que lado del espejo, quien era el reflejo y quien la realidad , corría y gritaba, mis gritos ni se escuchaban, sentía mover la boca pero no salía sonido de ella, el reflejo de Miguel inmóvil de espaldas me ignoraba….

Recupere la vista y lo que vi , Dios , lo que veo hasta el día de hoy , todavía no puedo entenderlo, vi su rostro frente a mi, reflejado en el espejo. En el fondo de la imagen me vi a mi levantándome y saliendo de la habitación, pero mi conciencia no estaba en ese cuerpo, estaba mirando al espejo mirando el rostro decrepito de mi hermano, mi conciencia estaba en su cuerpo, cuerpo que seguramente el mismo atrofio para hacerlo una prisión de donde jamás podré salir. Metió su mente en mi cuerpo, se llevo con el mi vida mi mujer mis hijos y me dejo a mi encerrado en ese cuerpo vació, en esa masa de músculos atrofiados, no puedo gritar, por mas que lo intente, los gritos se ahogaban dentro mío, no podía mover un músculo, solo observar… Vi entrar al doctor Bidecar y le grite que me ayude que soy yo Franco pero le escuche decir “bueno Miguel su hermano me prometió que se portaría bien eh, se queda con nosotros entonces, pero ojo con lo que hace”, “¡no! ¡No se equivoca esta dejando salir al enfermo! “grite en la soledad de mi mente, de mi conciencia, sola en un cuerpo ajeno, sola mi alma encarcelada en un envase vació sin forma sin fuerzas sin respuesta , un grito que jamás se escuchara, dentro de una prisión de donde no se puede salir, soy testigo silencioso de mi tormento , nadie me escucha ni nadie me querrá escuchar nunca, para todos soy un loco enfermo un autista catatonico, ¿quien escucharía los gritos, las historias descabelladas de un ser que deforma la realidad solamente para llamar la atención , de un ser tan extraño? ¿Quién creería que soy una mente sana dentro del cuerpo de un hombre enfermo?. Debo dejar de escribir siento los músculos de mi mano arder y lentamente dejar de responder……

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