martes, 23 de junio de 2009

Culpae, Caritatis, Odii

En la oscuridad de la cabaña Santos repasaba el plan. Era perfecto, era sutil, tan bien planeado, el mismo se asombraba de su capacidad para idear ese plan. Todo estaba listo, había conseguido que “Chato” le preste la cabaña (Chato es guarda parque en el Parque Nacional Lanin, y era gran amigo de Santos. Hacia 20 años que se conocían y no le iba a negar un favor). Ya la noche anterior había marcado el camino hacia el área precisa donde se llevaría acabo la ultima fase del plan. Costó bastante soportar la nevada y caminar por el bosque a oscuras con una simple linterna, pero valía la pena el esfuerzo, el sabia que Clara lo valía. No iba a dejar que ese abogado de poca monta se lleve así, tan fácil, a su amor secreto de tantos años. Sabia que lo que había planeado era algo que ni el imagino que llegaría a hacer, pero era tan grande su amor por Clara, su desesperación por tenerla, por verla escaparse de sus brazos. Clara le había dicho que se casaba con Montan y el todavía no lo creía. Pero si se dió cuenta que en ese momento su corazón se partió literalmente, casi lo destroza la depresión, casi lo consume, hasta que esta idea se apareció en su cabeza. En el revoloteo de todos esos pensamientos tristes, esta luz calló a todos los demás. Al principio lo medito, por que pensaba que era un acto de egoísmo y heriría a Clara, pero seguramente cuando ella se entere de sus sentimientos lo perdonaría y correría a sus brazos.

Todos dormían, menos el, que despierto repasaba uno a uno los pasos de su esquema. Sentado en una cómoda silla de mimbre, frente a la chimenea que quemaba con pasión los leños y las piñas que el juntó esta tarde mientras volvía a ver el lugar de la fase final. La misma pasión con la que amaba a Clara. Comprobó que la nieve este bien alta, ya había casi 30 cm. de nieve, pleno invierno en medio del parque. No hay nadie, pocos turistas, pocas excursiones, solo los araucarias serían testigos, Chato además le advirtió las zonas mas transitadas por sus colegas y el sector elegido por Santos era perfecto. Todo estaba listo. Santos debía dormir. Delante de el descansaba, sobre la mesa, la herramienta que llevaría a cabo con éxito su objetivo. El puñal reflejaba la luz del fuego sobre la cara de Santos, este lo tomó y cuidadosamente lo guardó en un paño y se lo llevó a su cuarto.

Santos se despertó antes que todos, preparó el desayuno y aprovechando la salida a buscar más leña, se adentró al bosque y dejó todo preparado en el sitio. Llevó una pala, las cuerdas y los guantes. Volvió a la cabaña y de lejos lo vió a Montan observando la naturaleza que lo rodeaba.

-¡Que tranquilidad Santos! , que diferente a lo que es Buenos Aires, esto realmente te relaja. La verdad que tu idea de este viaje fue genial, yo y Clara lo necesitábamos. En el estudio estamos tapados de trabajo….-dijo Montan en tono amistoso, Santos contesto con la falsedad que lo caracteriza - Esto realmente es un paraíso, siempre quise venir a vivir acá. Me alegro que estés a tu agrado. ¿Clara se levantó ya?

- Si si esta duchándose. Escúchame Santos ¿esta cabaña es de un amigo tuyo?

- Si el chato, amigo mío de la secundaria, es guarda parque acá, ellos viven en el parque en estas cabañas. Como el vive solo esta compartiendo la cabaña con otro colega.

– Increíble vivir acá solo, debe ser algo difícil…- un grito de clara pidiendo una toalla a Montan interrumpió la charla y aumento los celos de Santos. ¡Si fuera el quien le alcanzara la toalla a Clara!, se calmó pensando que pronto lo seria.

Esa misma tarde el plan de Santos comenzaría. Durante el almuerzo anunció su molestia en la garganta y su dolor abdominal. Cuando salieron a caminar acusó cansancio extremo y dolor de cabeza pidiendo volver a la cabaña. Ya para la tarde Santos estaba acostado en su cama con un paño frió en la cabeza para bajar la supuesta fiebre. Todo iba como el lo había planeado. Clara había ofrecido ir al pueblo para buscar medicamentos y Montan tendría que quedarse a cuidarlo.

- No se preocupe Santos, queda en buenas manos. Mientras esperamos a Clarita ¿por que no jugamos al truco? ¿Tiene cartas?

-Si pero realmente no tengo muchas ganas.- Santos no tenia ganas de verlo a Montan, no podía verlo a la cara. Este supuesto enemigo suyo se comportaba como un amigo y apenas se conocían. La culpa parecía asomarse en el alma de Santos pero al aparecer la imagen de Clara en sus brazos la calmó.

Montan permaneció sentado junto al lecho de Santos contando parte de su vida. Comentó su infancia en el barrio de Caballito, sus amigos del Mariano Moreno (instituto donde Montan hizo tanto la primaria como la secundaria) y su intento fallido en la incursión de las artes plásticas según dijo el “simplemente no era para mi , pero me di cuenta muy tarde “. A Santos, Montan le parecía un hombre de buena fe, y que hasta (en otras circunstancias) serian muy buenos amigos, pero, actualmente la realidad se lo presentaba como un enemigo.

Santos recordó la siguiente fase de su plan y recordó la frase fríamente premeditada:

– Montan se esta acabando la leña que junté a la mañana, sería bueno que usted saliera a buscar un poco más, sino para cuando Clara llegue no vamos a tener y va a estar muy oscuro afuera.- Montan miro por la ventana y vio que estaba oscureciendo lo que acelero su respuesta afirmativa. Se vistió, se puso su campera y con un saludo amistoso (que reflotó la culpa de Santos) se dispuso a buscar la leña.

Santos saltó de la cama, se puso la ropa y salió, con el puñal en la mano derecha, por la ventana trasera de la cabaña. Rodeó la misma y vio a Montan de espaldas caminando por el sendero que llegaba hasta la cabaña. Montan era un hombre alto, robusto, de espaldas anchas, no sería fácil de reducir, el ataque debía ser totalmente sorpresivo y certero. Todo debía salir tal y como Santos lo había planeado.

Se escurrió entre las ramas de los árboles caídos, casi entre las hojas en el suelo. Debajo de la nieve Santos se arrastraba a paralelamente a su presa. Lo miraba y recordaba su objetivo para quitar los titubeos de su cabeza. Empuñaba el puñal con mas fuerza en su mano derecha y esperaba el momento adecuando, el momento en que Montan este totalmente ciego a cualquier peligro. Montan juntaba leños y de paso admiraba la belleza de los araucarias que lo rodeaban, los mismos árboles que serian testigos silenciosos de su final.

Como un gato montés Santos saltó sobre las espaldas de Montan y clavó su puñal en el costado del robusto hombre, que peleó ferozmente por liberarse de su asesino. Montan gemía de dolor y Santos retorcía el puñal. Montan luchaba por ver a su agresor, trataba de quitárselo de encima, gritaba, pero en el silencio del bosque nadie lo escucharía. Finalmente, a causa de la lucha y de la sangre perdida, Montan cayó rendido mareado pero conciente, sin embargo a merced del asesino. Santos vio los ojos de Montan cuando lo reconoció, el moribundo sorprendido trato de decir algo pero Santos lo degolló para terminar su trabajo. El objetivo estaba cumplido y el sabía que había actuado con total frialdad, parecía un profesional. Tomó el cuerpo por debajo de los brazos y lo arrastro hasta el lugar indicado donde lo esperaba la pala y las sogas junto con los guantes. Santos comenzó a cavar. Debía apurarse si quería que el plan resultara a la perfección. Bajó el cuerpo con ayuda de las cuerdas hasta la profundidad del foso que el mismo había cavado noches anteriores. Una vez terminada la fase final Santos tapo el foso y cubrió el cuerpo con nieve y barro, el frió conservaría el cuerpo y seria casi imposible encontrarlo. Satisfecho con su accionar tapó y aplano la nieve en la superficie y se retiró rápidamente para volver a la cabaña a esperar a Clara.

Como había planeado Santos unos minutos después que el volvió a la cabaña Clara volvía con los medicamentos. Santos actuando su dolencia y preocupación la esperaba en la puerta con cara de desconcierto- ¡Clara!! Montan salió hace una hora a buscar leña y todavía no ha regresado tengo miedo que se haya perdido, a estas horas el bosque es muy engañoso.- Santos actuó perfectamente esta frase que había practicado hace días, se maravillaba de su capacidad, al mismo tiempo veía como el rostro de Clara pasaba de la felicidad a la simple incertidumbre mezclada con tristeza. - ¿Como que se perdió?- exclamo Clara con un tono de desesperación, Santos sintió una quemazón en su mano derecha, no le dio importancia y trató de calmar a Clara - Tranquila que ya le avise a Chato y el esta buscando a Montan y creeme, que como el, nadie conoce estos bosques. Clara no pareció calmarse, Santos de todas formas logro hacerla pasar a la cabaña alegando que estando ahí parados los dos no conseguirán nada.

Dentro de la cabaña los dos esperaban la aparición de Montan, o por lo menos Clara, Santos sabia que eso nunca ocurriría, aunque en algún punto estaba tan inmerso en su mentira que comenzó a creer que sería posible que vuelva sano y salvo.

Santos sentía un ardor cada vez mas fuerte en su mano derecha, a medida que pasaba el tiempo este se incrementaba. Sentía que el ardor subía por su brazo hasta el pecho, ya lo comenzaba a preocupar, pero cuando se iba a mirar la mano Clara exclamó- ¡Santos no aguanto más! Voy a buscar a Montan, ya van 2 horas y tu amigo ni apareció a dar explicaciones.- Santos no pudo atinar a decir nada, Clara había tomado su campera una linterna y salió al bosque. Santos no dudó y salió atrás de ella.

Clara corría desesperada y se interno en la profundidad de la oscuridad. Santos quemado por ese ardor en su brazo y pecho la persiguió pero confundido por el dolor y por la oscuridad se vio envuelto en los árboles que en esa altura para el parecían todos iguales. Una puntada aguda interrumpió su búsqueda en la oscuridad del bosque, miró su mano con la linterna y la vio completamente negra, parecía como si no tuviera circulación en su extremidad. Aterrado Santos siguió caminando para volver a la cabaña, pero terminó en el lugar donde había enterrado a Montan. Por la mejilla de Santos se escurría una lagrima, ese llanto era ocasionado por el dolor constante en su brazo derecho, ya no lo podía ni levantar. Iluminó la zona del foso y soltó la linterna impresionado por lo que vio. Justo donde había enterrado a Montan había una mancha negra. Santos se recompuso y se acometió a la tarea de tapar esa mancha delatora con otra nieve.

Mientras estaba arrodillado echando nieve sobre la mancha, la cual no parecía desaparecer sino escurrirse entre la nieve nueva para dejarse ver, escuchó unos pasos y la voz de Clara que decía – ¿Leandro?, ¿sos vos?, ¿estas bien?- Santos se paralizo, era Clara. “Preocupada por ese cretino” pensó Santos. Si Clara veía esa mancha negra todo sería descubierto (o por lo menos eso creía Santos). La cuidadosamente planeada estructura se vendría abajo. Su brazo derecho estaba inutilizado. El dolor era tan intenso que le nublaba la vista. Se dio vuelta y tratando de incorporarse dijo: -Clara soy yo Santos- Clara se abrió paso entre las ramas y alumbró a Santos con la linterna. Santos cerro los ojos cegado por la luz. Adolorido se tomaba el brazo derecho y quizás, confundido por su dolor, le pareció ver que Clara desviaba la vista hacia la mancha negra que supuraba por debajo de la nieve justo a su lado. Desesperado Santos vomitó la verdad – Clara trata de entenderme lo hice por nuestro amor. Tu me amas yo te amo a ti y era un despropósito que compartas tu vida con un hombre como Montan, nosotros debemos estar juntos-

Santos jamás vio la cara de Clara de esa forma, estaba totalmente sorprendida, acongojada, comenzó a llorar y a ponerse histérica -¡¡¿Qué hiciste Santos?!!!

-No me dejo otra opción Clara, ahora no lo comprendes bien pero con el tiempo lo comprenderás…- tuvo que dejar de hablar el dolor se intensifico. -¿Qué le hiciste a Leandro imbécil?!!- Santos sintió toda la furia de Clara, sentía su odio hacia el, odio ocasionado por ese Montan, jamás pensó que Clara lo odiaría.- Lo que hice lo hice por nuestro amor. Montan no era merecedor de tu alma ni tu corazón Clara.- ella rompió en llanto con un grito de furia - ¡¡Lo odio Santos!! ¡Aborrezco cada parte de usted, aborrezco todo lo que lo rodea, no puedo mirarlo a los ojos usted es un enfermo!!-.

Santos atónito escuchaba las palabras de odio y los insultos de Clara. La había perdido, contrario a lo que el había imaginado Clara no estaba corriendo a sus brazos, se alejaba, lo odiaba ahora. No soportaba verla así, Clara debía amarlo no odiarlo. Olvido el dolor que le quemaba el brazo derecho y se abalanzo sobre Clara. La chica intentó defenderse, cayeron al suelo, forcejearon, Santos golpeó con furia a Clara, la chica se trató de defender pero no pudo con el odio de Santos. Clara cayó bajo la lluvia de puñetazos y golpes de Santos, este tomo una piedra del suelo y la estrello contra Clara. Santos se levanto como pudo vio a su amada muerta. Comenzó a entender.

Dentro de él sabía lo que había hecho, no solo mató a dos personas si no que mató a la persona que mas amaba en el universo. Destruyó su amor, lo convirtió en odio. Desde que mató a Montan la culpa lo había manchado, la culpa se había apoderado de su alma. Santos comenzó a correr para escapar de la escena del crimen. Corriendo en la oscuridad Santos tropezó, cayó estrepitosamente al suelo y cuando quiso volver a levantarse un ardor le cruzo el cuerpo. Miró sus manos, estaban negras las dos, como pudriéndose. Sintió el ardor en todo su pecho se rasgo la ropa y vio lo mismo en su torso. Santos corrió desesperado, se estaba pudriendo, mejor dicho se estaba carcomiendo como si fuera de adentro hacia fuera. Corrió sin sentido. Se detuvo. Observo todo igual, no importa a donde corra siempre aparecía en el mismo lugar. Frente al cuerpo de Clara y al cuerpo enterrado de Montan. No pudo correr mas el ardor llego a sus piernas. Santos cayo al suelo de rodillas, buscó el cielo con sus ojos pero vio solo las ramas de los araucarias que le impedían ver las estrellas. Así arrodillado en medio del bosque, encerrado por esos testigos silenciosos, Santos lloró….

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